La Jornada, 31 de marzo de 2015
El fantasma de César Chávez se apareció el pasado domingo en Tijuana y San Diego. En un hecho histórico, los oaxacalifornianos de los dos lados de la línea fronteriza se encontraron para celebrar el encuentro binacional solidario con los trabajadores agrícolas en huelga de San Quintín.
Como se sabe, César Chávez fue un célebre y combativo organizador sindical de trabajadores agrícolas en Estados Unidos. Autor de la frase Sí se puede (que después adoptarían los seguidores de la selección de futbol mexicano), dirigió en 1965 un paro de recolectores de uva y orquestó exitosamente un boicot contra las empresas agrícolas que la cultivaban. Participó con éxito en huelgas de hambre y protestas pacíficas para lograr mejores salarios y condiciones de trabajo para jornaleros.
La influencia del fallecido organizador sindical estadunidense en estas jornadas de lucha es evidente. Fidel Sánchez Gabriel, uno de sus principales dirigentes del movimiento, de 44 años y padre de seis hijos, dijo a Los Ángeles Times: No tengo formación escolar. Lo único que tengo es mi educación en la vida, aprendiendo de otros. Aprendí de la experiencia de César Chávez que no debemos aceptar vivir sumisamente. Como reportó La Jornada Baja California, el pasado sábado, en Calexico, California, integrantes de la Asociación César Chávez marcharon en solidaridad con los jornaleros mexicanos con la consigna César Chávez, el trabajo sigue.
El paro de San Quintín es un movimiento claramente binacional, al menos por cuatro razones. Primero, porque algunos de sus más relevantes líderes se formaron como organizadores sindicales agrícolas en huelgas y protestas en Estados Unidos. Fidel Sánchez luchó por mejores salarios para los pizcadores de tomate en Florida, con la Coalition of Immokalee Workers. Justino Herrera participó en una movilización contra los abusos de contratistas abusivos en Oregon. Eloy Fernández fue sindicalista en los campos de cultivo de California.
Segundo, porque los nexos entre los oaxacalifornianos de ambos lados de la frontera son antiguos. El Frente Indígena Oaxaqueño Binacional es ejemplo de ello.
Tercero: la huelga de San Quintín se ha sostenido, en parte, gracias a la solidaridad de diferentes iglesias cristianas y fundaciones de Estados Unidos.
Y, finalmente, debido a que el grueso de la producción hortícola de Ensenada se destina al mercado de nuestro vecino del norte. Eso significa que el futuro del movimiento dependerá, en buena medida, de la posibilidad de boicotear en los grandes almacenes de ese país la comercialización de fresas, jitomates y moras cultivadas en San Quintín, tal como en su momento lo hizo César Chávez. Sin esa presión, será muy difícil que los agroempresarios mexicanos (que son simultáneamente los políticos gobernantes en la entidad) entiendan que deben pagar buenos salarios y dar condiciones laborales dignas a los jornaleros del campo...