La Jornada, 12 de mayo de 2015
Del desgaste a la represión, de la indolencia a la burla. Así puede resumirse la estrategia que el gobierno federal ha trazado para resolver el conflicto de los jornaleros de San Quintín.
Han pasado casi dos meses desde que, el pasado 17 de marzo, miles de trabajadores agrícolas de este enclave agroexportador estallaron un paro general para denunciar la salvaje explotación laboral que padecen y exigir un aumento salarial digno. En lugar de solucionar las demandas del movimiento, el gobierno de Enrique Peña Nieto apostó primero a su debilitamiento y desánimo y, después, a su contención violenta.
Sin embargo, ni una ni otra maniobras han sido eficaces para desarticular la protesta jornalera. A pesar de las ocho semanas de lucha transcurridas, ésta se sostiene alimentada de la combinación del hartazgo moral ante un modelo salvaje de explotación laboral y un tejido asociativo de base comunitaria cohesionado y vigoroso.
La represión del pasado 9 de mayo así lo muestra. Ese día, pretextando que se le quería prender fuego a un campo agrícola, la policía estatal preventiva golpeó a los pobladores del asentamiento triqui de Nuevo San Juan Copala cuando algunos de sus habitantes exhortaban a los trabajadores agrícolas a mantener el paro. Los habitantes respondieron enfrentando con rabia a los uniformados.
Nuevo San Juan Copala es una colonia de San Quintín, que en 2010 tenía poco más de mil 600 habitantes, en su mayoría triquis. Retoma el nombre de la comunidad de origen de sus fundadores en Oaxaca. Fue establecida formalmente en 1997, en terrenos ocupados, por jornaleros que buscaban una vivienda digna y que huían de los opresivos campamentos agrícolas. Desde entonces, la acción colectiva de sus pobladores logró obtener servicios e infraestructura básicos: lotificación ordenada, alumbrado público, agua potable, escuelas y mejoramiento de las calles. De manera simultánea, instauró una figura de representación política de los triquis.
Sus residentes han desarrollado –según explica Abbdel Camargo en Asentamiento y organización comunitaria– una forma de organización política y comunitaria que combina órganos tradicionales de autoridad basados en sus pueblos de origen con instituciones de nueva creación. Esta reinvención de la tradición les ha permitido apropiarse de nuevos espacios de residencia, desarrollar prácticas colectivas que generan una fuerte identidad cultural y fortalecer su capacidad de gestión.
La vida normativa de la colonia, explica Camargo, está organizada alrededor de tres figuras tradicionales, nativas de sus comunidades de origen. Estas son: la autoridad tradicional, representante político y mediador de la comunidad; el consejo de ancianos, que orienta y opina sobre los asuntos relevantes del asentamiento, y el sistema de mayordomías, encargado de la organización y realización de las fiestas en honor del santo patrono...