La jornada, 27 de julio de 2004
Puedes descansar. Ya nadie te juzgará. Como tú, también respirarán tranquilos los César Ruiz Ferro, los Roberto Albores Guillén, los Rubén Figueroa, los Emilio Chuayffet, los Carlos Salinas de Gortari, los Ernesto Zedillo y tantos otros más, hechos a tu imagen y semejanza.
Sonríes. Tu pasado no te condena. La justicia no es para ti. Tú perteneces a una clase especial de hombres para los que no se aplican las leyes que rigen a los comunes. Perteneces a otra casta: la de los defensores de las instituciones.
Ríen los tuyos. Creen que los fantasmas de Acteal, de El Bosque, de Aguas Blancas, de los 500 perredistas asesinados dejarán de revolotear en sus cabezas. Los muertos, finalmente, enterrarán a sus muertos.
Cuando el juez segundo de distrito José César Flores -personero de consigna-determinó que en los hechos del 10 de junio no hay genocidio y negó las órdenes de aprehensión contra Luis Echeverría y sus 12 cómplices te exoneró también a ti, también los perdonó a ellos. No porque hubieras estando ese jueves de Corpus en la matanza de estudiantes, que no lo estuviste. Pero sí, por una razón elemental: participaste en otras acciones que, aunque menos conocidas, fueron parecidas a ésa. Y si ellos no son culpables tú tampoco lo eres. Y si ellos no reciben castigo tú no tienes que sufrir pena alguna.
Otros lo han dicho por ti. Lo que ustedes cometieron no fueron crímenes, sino servicios a la patria. No torturaron, sino que obtuvieron información relevante para prevenir al país de la desestabilización. No desaparecieron políticos, sino amputaron un tumor canceroso que amenazaba extenderse a la nación entera.
Tus víctimas no eran ciudadanos, sino subversivos. No eran luchadores sociales, sino agentes de una conspiración internacional. No eran jóvenes que luchaban por la democracia y la justicia, sino una amenaza a la seguridad nacional.
¿Investigarte? ¿A ti? ¿A cuenta de qué? No, tú no eres responsable de violar derechos humanos, porque para ti, por principio de cuentas, los derechos humanos son para los humanos y no para esos delincuentes, y ellos no eran más que maleantes...