Un simple maestro de banquillo

La Jornada, 24 de abril de 2012

Ese primer día de escuela, para poder tomar clases sentados, los alumnos fueron al solar con una silla, con un banquito, con lo que pudieron. Cada muchacho llevó sus libros y cada grupo tuvo su maestro. No había allí ni un aula levantada, pero aun así la decisión de profesores, padres de familia y estudiantes fue comenzar los cursos.

Aunque vivían entre cerros pelones y viviendas mal construidas, sin agua potable, sin drenaje, sin calles, sin banquetas y sin servicios, los habitantes de Chamapa, en el municipio de Naucalpan, decidieron convertir una barranca de 100 metros que servía como basurero en una escuela secundaria. Al hacerlo se enfrentaron con la alcaldía, que pretendía instalar en ese mismo lugar un cementerio.

Durante cuatro días, realizando faenas colectivas, colonos y docentes limpiaron el terreno baldío. Se hicieron de cartones y láminas, de palos y vigas, y construyeron un salón de clases de emergencia. Era el 12 de noviembre de 1984.

Así comenzamos esta ilusión, este sueño, de convertir nuestra escuela en una realidad, a pesar de que nos la querían desaparecer las autoridades educativas, cuenta el maestro Pedro Ramírez Vázquez, uno de los promotores de la aventura pedagógica de Chamapa.

Pedro es profesor de telesecundaria. Estudió pedagogía en la ENEP Acatlán, donde fue líder estudiantil. Orgulloso de sus raíces zapotecas, se dedica a conservarlas y cultivarlas. Hijo de un pequeño comerciante de huevo y pollo, apoyó las huelgas obreras y la formación de sindicatos independientes que estallaron en Naucalpan. En 1983 comenzó a trabajar en la telesecundaria 211, sin percibir salario durante tres años.

Aún maestro en servicio, gran conocedor de la literatura y la poesía latinoamericana, les lee a sus alumnos versos en voz alta para despertar su amor a las letras. Pedro defiende la idea de que el trabajo es la fuente principal de la riqueza de la humanidad. “En las escuelas –sostiene– no debiera ser ni menosprecio, ni degradación ni castigo que el alumno barra a diario los salones. Nosotros lo hacemos”.

La telesecundaria 211 se fundó al calor de la urbanización salvaje de Naucalpan. A mediados de los setenta y comienzos de los ochenta se crearon cientos de colonias populares, a lo largo y ancho del municipio, en aquel entonces importante centro fabril. Los pobres comenzaron a construir sus viviendas con láminas, cartones y después con ladrillo. En ausencia de escuelas de educación media, el gobierno federal optó por instalar telesecundarias en la zona...