Los sobrevivientes

La jornada, 21 de enero de 2003

Luis Téllez ocupa un lugar privilegiado en la galería del dogmatismo oficial mexicano. Incapaz de reconocer el fracaso de los capítulos agropecuarios del Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN), de los que fue uno de los principales negociadores, declaró el pasado jueves 16 de enero: "El TLCAN no falló, pero la realidad no se ajustó a lo que se preveía". En otras palabras: si la realidad no sigue el dogma, peor para la realidad.

Incapaz de reconocer su fracaso, Téllez -subsecretario de Planeación de la secretaría de Agricultura durante el gobierno de Carlos Salinas, diseñador de la contrarreforma agraria al artículo 27 constitucional, coordinador presidencial de asesores y secretario de Energía en el gobierno de Ernesto Zedillo-dijo: "nos quedamos cortos", hubiéramos abierto más. Y como si no hubiera sido parte de la administración pública en los más altos niveles, afirmó que la situación que vive el campo se debe a que los gobiernos que aplicaron el acuerdo no llevaron a cabo una reforma estructural.

Pero diga lo que digan Téllez y sus seguidores en el gobierno de Vicente Fox, el malogro del TLCAN en el campo es evidente. Entre enero y noviembre de 2002, según la Secretaría de Agricultura, las importaciones agropecuarias alcanzaron 10 mil 395 millones de dólares, monto 4.1 por ciento superior al registrado en el mismo periodo del año anterior. Esto a pesar de que nuestra economía está en recesión y de que las importaciones totales disminuyeron 0.5 por ciento. Las compras de alimentos al exterior aumentaron en este año hasta ocupar 78 por ciento de los ingresos provenientes de la venta de petróleo a otros países o, lo que es lo mismo, 7.1 por ciento de nuestras ganancias por ventas al exterior. Es decir, exportamos un bien no renovable de valor estratégico para adquirir comida que podría producirse en el país.

El crecimiento en nuestras importaciones agroalimentarias en 2002 no fue la excepción. Entre 1993 y el año pasado el valor de la comida importada se incrementó más de 73 por ciento. La producción nacional de gran cantidad de cultivos, en los que éramos casi autosuficientes, ha caído significativamente mientras las compras al exterior aumentan. Es el caso del arroz palay: en 1985 se cosecharon más de 807 mil toneladas del grano, pero en 2002 apenas se obtuvieron poco más de 241 mil toneladas; en cambio, las importaciones durante los mismos años pasaron de 302 mil toneladas a 728 mil. Hoy se produce apenas la octava parte del cártamo que se cosechaba en 1980, y poco más de la cuarta parte de ajonjolí. Por cada kilo de soya que se importaba en 1980 hoy se compran cerca de ocho.

El producto agropecuario que más se compró a Estados Unidos durante 2002 fue la carne. Las importaciones de maíz, sorgo y frijol crecieron. El monto de las adquisiciones al exterior de nuestro grano básico fue de 688 millones de dólares. Estas cifras desmienten al nuevo secretario de Economía, Fernando Canales Clariond, quien en una de sus primeras conferencias públicas aseguró irresponsablemente que los únicos sectores afectados por el TLCAN son el avícola y el porcícola, no la producción maicera.
Téllez afirmó que el TLCAN se negoció bien. Esto es falso. Canadá, por ejemplo, que es una gran potencia agrícola, dejó fuera del tratado con Estados Unidos productos sensibles como la avicultura o la leche. ¿Acaso México no habría podido hacer lo mismo? Por supuesto que sí, pero sus negociadores no quisieron hacerlo. Ellos decidieron utilizar la apertura comercial para acabar con la producción campesina de básicos...