Tercera llamada, tercera

La jornada, 24 de junio de 2003

En el teatro de la política institucional, los actores con registro escenifican una obra que el público no ve. Pero el guión los obliga a llamar ahora la atención de los espectadores. No importa que durante los próximos tres años se duerman en sus butacas, chiflen o se salgan de la sala. Este 6 de julio los partidos necesitan que el respetable cruce las boletas electorales.

Lamentablemente, el panorama electoral es desolador. Los próximos comicios provocan bostezos. Tan preocupante es la posibilidad de un abstencionismo masivo que reste legitimidad al proceso que hasta la Secretaría de Gobernación, violentando las facultades del Instituto Federal Electoral, ha decidido promover el voto.

Se dirá que así son siempre las elecciones intermedias, en las que no está en juego la Presidencia de la República. Pero ello no es necesariamente cierto. No ha sido así por lo menos desde los últimos 12 años. En 1991 los comicios fueron el terreno para medir fuerzas entre el naciente PRD y el gobierno de Carlos Salinas de Gortari. Seis años más tarde, la posibilidad de que los capitalinos eligieran por primera vez en muchos años a sus autoridades locales, y la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas para el gobierno capitalino, provocaron un enorme interés. Si estas elecciones no han despertado interés alguno en los ciudadanos es por otras circunstancias.

Irónicamente, los aspectos más destacables de esta contienda no han tenido casi que ver con programas partidarios o candidatos, ni con la participación en ella de 11 partidos políticos. Entre los votantes de la ciudad de México ha sido más interesante la inauguración del Distribuidor Vial que las toneladas de propaganda de los institutos políticos, al punto de que si Diego Rivera resucitara, en lugar de volver a pintar Sueño de una tarde dominical en la Alameda tendría que hacer un nuevo mural titulado Un día en el Pejevial.

Lo que ha dado el tono a la campaña ha sido la participación abierta y pública de una parte de la Iglesia católica, así como la falta de equidad provocada por laapuesta gubernamental de ganar la mayoría constitucional en la Cámara divulgando la obra pública en los medios masivos de comunicación. El "nuevo" protagonismo electoral del clero vetando desde el púlpito a quienes promueven la despenalización del aborto, y la transmisión de un millón 800 mil espots de Presidencia en los últimos cinco meses, han sido el sello distintivo de estos comicios.

Pero el contraste no podía ser mayor: mientras las calles y las plazas públicas están abarrotadas de propaganda electoral y la radio y la televisión están saturadas con anuncios de candidatos y partidos políticos, a los ciudadanos de a pie no les interesan las campañas; mientras que activistas a sueldo distribuyen propaganda y recorren con coches y altavoces barrios y colonias, los vecinos no prestan atención a los mensajes...