La Jornada, 02 de septiembre de 2008
Tres grandes movilizaciones sociales se efectuaron en tres días seguidos. El sábado 30 de agosto se realizó la manifestación de Iluminemos México contra la inseguridad pública. El domingo 31 se concentró el Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo para comenzar la tercera fase de la lucha en contra de la privatización del oro negro.
El lunes primero de septiembre tuvo lugar el Paro Cívico Nacional al que convocaron organizaciones obreras, campesinas, populares y magisteriales contra la austeridad y la carestía.
En las tres protestas participaron, por razones diferentes, miles de personas. En cada una se mostró el profundo descontento existente en prácticamente todos los estratos de la sociedad mexicana con la situación actual. Tanto los sectores más ricos del país como los más pobres coincidieron en expresar su enojo. En las tres movilizaciones sopló un fuerte viento contra la política institucional y los políticos profesionales.
La expresión organizada del enfado social se desenvuelve en un clima particularmente adverso para el gobierno federal. La economía mexicana casi no crece, a pesar de los altos precios del petróleo. Según la CEPAL, México fue el país de América Latina con el producto interno bruto (PIB) más bajo. La inflación ha aumentado, al igual que el desempleo. La inversión extranjera directa ha caído dramáticamente, al tiempo que el monto de las remesas de los mexicanos desde Estados Unidos disminuyen. El futuro inmediato será aún peor.
La violencia ha alcanzado niveles inauditos. Los asesinatos y descabezados crecen vertiginosamente por todo el país. La versión oficial de que estas muertes son la respuesta de los narcotraficantes al éxito gubernamental en su combate contra el crimen organizado carece de toda credibilidad. En cambio, las narcomantas acusan al presidente Calderón de ser el responsable de la desestabilización al haberse aliado con el Chapo Guzmán y el Mayo Zambada en contra de los otros cárteles de la droga.
La ola de secuestros crece en toda la república. Los funcionarios responsables de combatirlos se pelean entre sí. El “si no pueden, renuncien”, enarbolado por el movimiento contra la inseguridad pública, dirigido a los políticos de todos los partidos, ha calado hondo en el conjunto de la población.
A la inconformidad magisterial contra la Ley del ISSSTE se ha sumado ahora el enojo con la Alianza por la Educación y la decisión de Elba Esther Gordillo de acabar con el normalismo. Los maestros de Morelos se encuentran en paro indefinido y estallidos de disgusto han surgido por todo el país. El hartazgo con la maestra es cada día mayor...