Tomás Segovia. Elogio a la resistencia

La jornada, 06 de diciembre de 2005

Por fuera de las zonas de influencia intelectual de la izquierda tradicional se ha generado un pensamiento crítico que cuestiona muchos de los supuestos con los que esta corriente política guía su práctica. Esa reflexión no ha sido elaborada por un grupo organizado, sino que es producto del pensamiento de escritores que no tienen relación estrecha entre sí.

Entre las ideas-fuerza de la izquierda tradicional que los intelectuales heterodoxos critican se encuentran la idea del progreso, la democracia representativa, la estatolatría, el valor de la escolarización, la política institucional, la relación entre ética y política, y la naturaleza del poder. Los señalamientos que han realizado a la visión y la práctica de esta fuerza política son de gran utilidad para mostrar tanto las grandes desviaciones que existen entre sus postulados emancipatorios y su quehacer integrador como la pobreza de su propuesta.

Sin que la lista sea extensiva, entre los autores que han emprendido esta reflexión disidente se encuentran el finado Iván Illich, Luis Villoro, Gustavo Esteva y Tomás Segovia. Sus ideas se han abierto paso a contracorriente por lo regular, alejadas del gran público, en libros raramente publicados por las grandes editoriales. Sus puntos de vista son un soplo de aire fresco en un ambiente político enrarecido.

Conocido sobre todo como poeta, Tomás Segovia, premio de Literatura Latinoamericana y Caribeña Juan Rulfo, es un excepcional y fino ensayista. Cierto progresismo neandertal ha querido desautorizar su obra (o ignorarla) debido a su cercanía con Octavio Paz y su círculo literario. Sin embargo, sus libros Contracorriente, Alegatorio y Resistencia. Ensayos y notas 1997-2000constituyen un material inigualable para iluminar el debate sobre qué es hoy ser de izquierda.

La riqueza de ese pensamiento quedó al descubierto a raíz del alzamiento del EZLN. Pocos autores descifraron tan a profundidad, tan rápidamente, las claves de la rebelión zapatista como él hizo en su escrito "Dos alegatos chiapanecos", en la demoledora respuesta dada a los alegatos de Aurelio Assiain, y en "Apostilla sin copyright", publicados en La Jornada en enero de 1994, febrero de 1995 y enero de 1996.

Humanista en un mundo dominado por el antihumanismo, el escritor desconfía, sin embargo, del humanismo blando y caritativo que sirve de máscara de buena conciencia para librarse de culpas. Futbolista frustrado que encontró en la literatura una compensación, defensor del deseo contra la lógica del cálculo egoísta, poeta de la inteligencia, Segovia hace en su obra el elogio de la resistencia.

Crítico implacable del progreso, llama a resistirlo. Recientemente declaró en el periódico El País: "como dudo de que se puede eliminar totalmente el poder, entonces hay que luchar por limitarlo y, a veces, es necesario resistir". "Hay épocas -escribe- en que la única actitud coherente es la Resistencia." Según él, quien resiste al poder, a cualquier poder, está resistiendo a la vez, aunque sea de rebote, sin querer, al progreso...