La Jornada, 10 de noviembre de 2020
La venganza, reza el dicho, es un plato que se come frío. En pleno conflicto poselectoral, las grandes cadenas de comunicación, a las que el presidente Donald Trump atacó y demonizó durante más de cuatro años, se cobraron la revancha.
El pasado jueves 5 de noviembre, mientras el mandatario denunciaba un fraude electoral en su contra desde la Casa Blanca, varias de las principales cadenas de ese país como la MSNBC, la NBC News y la ABC News cortaron la transmisión, argumentando que el presidente estaba mintiendo.
Esto es un fraude al pueblo estadunidense, es una vergüenza para nuestro país, señaló Trump en la rueda de prensa, los canales de televisión, que durante años difundieron los mensajes del presidente, suspendieron la cobertura.
Los ataques de Trump a los medios de comunicación tienen tras de sí una larga historia. En 1981, el entonces empresario acusó: La prensa es mentirosa, está ahí para manipular a la gente y a eso se dedica.
En la misma línea, en 2017 tuiteó: “Los medios con noticias falsas (los perdedores New York Times, NBC, ABC, CBS, CNN) no son mi enemigo, son el enemigo del pueblo estadunidense”. Aseguró que éstos no hablan para la gente, lo hacen para intereses especiales. La gente ya no les cree. Y, encarrerado, acusó que los periodistas son los seres más deshonestos del planeta.
Stephen K. Bannon, uno de los más importantes ideólogos del trumpismo, descifró el sentido de esta ofensiva del magnate contra los medios. Los medios de comunicación son el partido de la oposición, declaró al New York Times.
Trump, de acuerdo con el especialista James Poniewozik, prueba que la televisión y los medios de comunicación son la fuerza más poderosa en la política estadunidense. Si los controlas, controlas la política. El mandatario, según explica en su libro Audience of One, era ya una relevante figura mediática antes de su triunfo electoral. Él supo entender cómo en una cultura tan imbricada con los medios como la estadunidense la apariencia era la realidad, y utilizó las herramientas de la televisión para su causa.
De la mano de Fox News (controlado por el magnate Rupert Murdoch), de varios tabloides y del uso de Twitter y Facebook, el millonario construyó una coalición y un imaginario social muy poderosos, muy cercanos a un proyecto neofascista.
La política de Trump hacia los grandes medios de comunicación y de éstos hacia el magnate parecería sacada de una novela de Lewis Carroll. No es un asunto de quién dice la verdad y quién miente, aunque la verdad esté en disputa. Tampoco de quién defiende la democracia...