La jornada, 22 de marzo de 2005
Hace 20 años, el 31 de marzo de 1985, en el municipio de Cuetzalan, Puebla, 25 asociaciones rurales de base ejidal fundaron la Unión Nacional de Organizaciones Regionales Campesinas Autónomas (UNORCA). A partir de esa fecha, la red nacional ha protagonizado algunas de las luchas más interesantes en el agro mexicano.
Desde el momento mismo de su nacimiento, la UNORCA provocó fuertes polémicas dentro del campo mexicano. En lugar de formar una organización centralizada y vertical, como son las centrales campesinas tradicionales dirigidas tanto por el PRI como por la izquierda tradicional, construyó una coordinadora relativamente descentralizada en la que las regiones disfrutan de gran autonomía. En vez de poner el acento en la lucha agraria y la tierra, privilegió la autogestión productiva, la formación de empresas campesinas y lo que llamó "la apropiación del proceso productivo".
A diferencia de la izquierda tradicional, que buscaba formar organizaciones independientes del Estado y los grupos económicos más poderosos, la UNORCA promovió la generación de formas de gobierno gestadas desde los sectores populares, es decir, hizo de la cuestión de la autonomía ("aquel que se da su propia ley") el centro de su propuesta organizativa y programática.
En la naciente red se agrupó un liderazgo campesino de recambio, gestado durante años de lucha por la tierra, impactado tanto por la modernización del mundo rural como por la intervención de sectores de la intelectualidad crítica en el mundo rural.
Su proyecto combinó un modelo viable de desmantelamiento del viejo corporativismo agrario, útil para ganar elecciones, pero cada vez más ineficaz para organizar la producción, con una propuesta de desarrollo rural alternativo. Así las cosas, en sus orígenes la nueva red evitó alinearse con partido político alguno o participar como tal en procesos electorales, aunque fue muy activa en la elaboración de políticas públicas para el campo.
Pero, más allá de su proyecto, el nacimiento de la UNORCA provocó fuertes reacciones porque algunos de sus más importantes asesores tenían estrecha relación con Carlos Salinas de Gortari. Estos vínculos provocaron, sobre todo a partir de 1988, que la organización fuera acusada de salinista, a pesar de que la mayoría de sus bases votaron en las elecciones presidenciales de ese año por Cuauhtémoc Cárdenas. La tensión entre salinistas y cardenistas dentro de la organización se resolvió con una fuerte lucha interna que se alargó durante los primeros años del gobierno de Salinas. Varios de estos asesores dejaron la UNORCA y fueron nombrados funcionarios públicos y otros (como Hugo Andrés Araujo) emigraron a la oficialista CNC para dirigirla...