Vidulfo Rosales: prohibido olvidar

La Jornada, 19 de abril de 2016

El abogado Vidulfo Rosales está en el centro de la tormenta política nacional. Defensor incansable de los padres de familia de los 43 muchachos de Ayotzinapa desaparecidos, su voz irrita a los poderosos. Por eso, durante las últimas dos semanas se ha lanzado en su contra una infame campaña de calumnias.

Mediante filtraciones a la prensa de llamadas telefónicas, supuestamente suyas, se le quiere asociar, a él y a los familiares de los estudiantes, con el crimen organizado. De paso, se le muestra como un hombre racista y despótico en el trato a los más humildes. Su biografía desmiente las mentiras que se dicen en su contra.

Vidulfo Rosales nació en 1976en el poblado de Totomixtlahuaca, municipio de Tlacoapa, en Guerrero. La región, mayoritariamente me’phaá o tlapaneca, se encuentra lejos de los grandes centros urbanos de la Montaña y la Costa y, durante muchos años, estuvo prácticamente incomunicada.

Vidulfo es indígena y está orgulloso de serlo. Es el mayor de ocho hermanos y le tocó hacer el trabajo más duro en el campo. De la mano de su padre, aprendió a hacer surcos y a sembrar maíz, frijol y calabaza.

Cuando Rosales estudió la primaria y la secundaria, su pueblo carecía de luz y carreteras. Para trasladarse a cualquier otra comunidad no había de otra que caminar grandes distancias. Para llegar a Tlapa, la principal concentración urbana de la Montaña, se requería viajar día y medio, y trasladarse a pie durante seis horas para llegar adonde pasaba el autobús.

En esa geografía trató de implantarse en la década de los sesenta la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria de Genaro Vázquez. El abuelo de Vidulfo y su padre la ayudaron con alimentos y dando recados. Y, cuando el movimiento fue aniquilado, pagaron las consecuencias de su osadía. Apuntalados por el Ejército, los caciques regresaron a cobrar venganza y a esquilmar a la población. A su padre lo despojaron de los terrenos que tenía. Su intento de defenderse litigando en los tribunales agrarios fue infructuoso.

Ese expolio del patrimonio familiar marcó el futuro de Vidulfo. Desde pequeño su papá lo motivó a estudiar para abogado, para que nos defiendas, para que no suframos estas injusticias. El hijo creció cargando esa misión sobre sus espaldas.

Rosales entró en 1990 a la preparatoria en Tlapa. Para ganarse la vida, trabajaba en una tienda grande que vendía pollo. Los dueños controlaban prácticamente toda la cadena productiva. Vidulfo hacía los trabajos más pesados en la matanza de las aves y dormía en el negocio. No le pagaban salario. Debía conformarse con la comida, el hospedaje y un regalo de 20 pesos a la semana...