La Jornada, 14 de agosto de 2012
El movimiento #YoSoy132 es una caldera en la que se funden muchos de los distintos descontentos sociales que sacuden al país. En el nuevo crisol, caben todos y todos ganan. Sin perder su independencia y su autonomía, los jóvenes universitarios han ganado autoridad política y moral. Las organizaciones silenciadas en la prensa han adquirido visibilidad.
Los movimientos satanizados por los intelectuales mediáticos han recobrado respetabilidad ante la opinión pública.
Maestros democráticos en defensa de la educación pública, indígenas en lucha por su autonomía, comunidades rurales que resisten a la devastación ambiental, jóvenes aspirantes a un lugar para continuar sus estudios universitarios, campesinos que defienden sus tierras, trabajadores electricistas que defienden su fuente de trabajo y enfrentan la privatización de la industria, cineastas que demandan un espacio para difundir su obra, son algunos de los actores a quienes #YoSoy132 ha ayudado a romper el cerco político e informativo.
El movimiento se ha solidarizado con causas justas, no con ideologías. La lista es enorme. Apoya al sacerdote Alejandro Solalinde en su lucha en favor de los migrantes y su inminente salida del albergue Hermanos en el Camino. Acompaña al Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad en su Caravana por la Paz hacia Estados Unidos. Incorporó en sus filas a una representación del Movimiento de Aspirantes Excluidos de la Educación Superior.
Símbolo de una nueva mentalidad, una ola de creatividad rebelde trastoca al país. La cultura de la nueva revuelta juvenil tiene en la capacidad de sus integrantes para crear nuevas situaciones uno de sus signos distintivos. Una generación dotada de libertad de juicio expresa ahora sus quejas y sus anhelos, simultáneamente en el lenguaje de la injusticia y en el del arte. Los universitarios descontentos han hecho de la poesía, la pintura, la literatura, el grabado, la elaboración de audiovisuales, la música, el teatro y la fotografía parte fundamental de su lenguaje.
La poesía, dice José Emilio Pacheco, es una forma de resistencia frente a la barbarie, y los jóvenes se lo toman en serio. Centenares de ellos rodearon el pasado sábado 11 de agosto las oficinas del Partido Revolucionario Institucional para declamar, del bardo español Ángel González (un santo por lo civil, según Joaquín Sabina): “Otro tiempo vendrá distinto a éste / Y alguien dirá: / ‘Hablaste mal. Debiste haber contado otras historias’...