Macbeth en Los Pino

La Jornada, 27 de enero de 2015

El fantasma de Lady Macbeth se le apersonó a Enrique Peña Nieto. Desde hace cuatro meses, el asesinato extrajudicial y la desaparición forzada de 43 normalistas rurales de Ayotzinapa lo persigue adonde quiera que va. Y también hasta donde no llega. En Davos, Suiza, en plena clausura de la fiesta anual de los amos del universo, a varios grados bajo cero de temperatura, una multitud que tomó las calles nevadas lo responsabilizó del atentado contra los jóvenes.

Como sucedió a Lady Macbeth con Duncan, ante los ojos de muchos ciudadanos la institución presidencial se manchó de sangre con la tragedia de Iguala. Sobre su mandato cayó la sombra de la sospecha. Formalmente favorecido por los beneficios del sueño, Peña Nieto ejecuta desde entonces actos que corresponden a la vela. El hedor que no desinfectan todas las esencias de Arabia envuelve su destino. La mancha no se limpia y la sombra no desaparece.

Engrandecido al comienzo de su sexenio por obra y gracia de las relaciones públicas de sus operadores, encumbrado por los medios de comunicación internacionales que hoy lo abandonan, el Presidente siguió al pie de la letra los consejos de la aparición a Macbeth: Sé de corazón de león; ten arrogancia y no te cuides de lo que proteste, te agite o conspire contra ti. Macbeth no será nunca vencido hasta que el gran bosque de Birnam suba marchando...

Hoy, sin embargo, observa preocupado cómo el gran bosque de Birnam, con los padres de familia de los muchachos desaparecidos al frente, camina hacia la residencia presidencial. La tragedia de Macbeth llegó a Los Pinos.

Para tratar de frenar esta marcha del bosque, el gobierno federal quiere cerrar el caso como sea. Está obsesionado con dar carpetazo a como dé lugar. El pasado 4 de diciembre, en su primera visita a Guerrero desde la tragedia, el mandatario llamó a superar el dolor que dejó el caso Ayotzinapa y air hacia adelante. Desde entonces, una y otra vez, se ha intentado que el asunto se olvide. Sin embargo, todo ha sido en vano. La indignación ante tragedia sigue vigente.

La orden de olvidar no ha sido acatada por una razón muy sencilla: a pesar de los cuatro meses transcurridos, los 43 estudiantes no aparecen. El gobierno ha sido incapaz de encontrarlos. Tampoco ha podido elaborar un relato verosímil y coherente de lo sucedido el pasado 26 y 27 de septiembre en Iguala.

Los familiares de los estudiantes desaparecidos no creen en la versión gubernamental de que sus hijos y parientes fueron asesinados por la banda de Guerreros Unidos y sus restos incinerados en un basurero de Cocula. Después de escuchar la explicación oficial de los hechos en la reunión que tuvieron el pasado 13 de enero, los padres dijeron al procurador Jesús Murillo Karam, al secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y a otros funcionarios: No es cierto, ustedes los tienen, ya dejen de engañarnos...