La militarización de Oaxaca y el magisterio

La Jornada, 18 de agosto de 2015

En Oaxaca, mil gendarmes cambiaron fusiles por brochas. En lugar de combatir al crimen organizado fueron enviados a pintar escuelas, arreglar tuberías y cortar el pasto; en vez de proteger a la población de la delincuencia se les ordenó remozar escuelas.

El pasado 12 de agosto, durante su primer día de actividades en la primaria Vicente Guerrero del municipio de Santa María del Tule, los uniformados no reportaron bajas, aunque sí algunos inconvenientes. Acostumbrados a manejar armas tuvieron dificultades para encender las podadoras y para distinguir qué punta de los rastrillos utilizar para barrer la hierba.

Sufrieron también un tipo muy peculiar de emboscada. Cuando se presentaron con los directivos de la secundaria federal 64 para ver sus requerimientos, éstos respondieron con una lista muy puntual: dos aulas nuevas, 30 computadoras, un salón de artes y cableado. La respuesta de la Gendarmería fue negativa. A pesar de que el gobierno federal anunció que destinaría mil millones de pesos para reparar la infraestructura, sólo puede ofrecer personal para podar los árboles, hacer limpieza y pintar paredes.

Para los estrategas gubernamentales la reacción de la secundaria federal 64 fue un inesperado fracaso. Comenzaron su campaña de remozamiento escolar en Santa María del Tule precisamente porque el movimiento magisterial es allí relativamente débil: la relación entre las autoridades locales y los maestros dista de ser tersa. Quienes laboran en las escuelas de esa localidad participan en las protestas de manera restringida, usualmente mediante comisiones, pues el municipio no les permite suspender actividades. Pero, a pesar de ello, en esa secundaria el plan de la Gendarmería no pudo avanzar.

No es el único caso. Lejos de suscitar la adhesión de los padres de familia, la llegada de los gendarmes a las escuelas causó malestar y desconfianza. Soledad del Rocío Ramos, vocera de la Coordinadora Estatal de Madres y Padres de Familia, advirtió: Los policías deben estar en las calles, buscando delincuentes, garantizando la seguridad. En nada nos interesa que estén adentro de las escuelas. Vamos a rechazar la llegada de los policías a las escuelas.

Para muchas comunidades oaxaqueñas, que padecen la precariedad y la falta de empleo, la labor de los uniformados en los centros escolares es una grosería. En sus pueblos hay jardineros, albañiles, plomeros, electricistas, balconeros, arquitectos e ingenieros. ¿Por qué no darles trabajo a ellos?

Las Jornadas de Dignificación de Escuelas en Oaxaca son la cara amable de la militarización de la entidad para tratar de doblegar la resistencia del magisterio a la reforma educativa. Son un eslabón más de una estrategia decidida en Los Pinos, inaugurada una semana antes de los comicios del 7 de junio, y que el gobierno estatal quiere disfrazar solicitando a los poderes de la Unión a posteriori, el patrullaje y vigilancia de elementos del Ejército, Fuerza Aérea y Armada de México...