La jornada, 16 de julio de 2002
El pasado jueves 11 de julio el gobernador del estado de México, Arturo Montiel, ordenó reprimir a los campesinos de Atenco y detener a sus dirigentes. Le urgía frenar el movimiento en contra del despojo de sus tierras para construir un nuevo aeropuerto.
Casi nueve meses después del anuncio de la expropiación de las parcelas ejidales las obras no han podido comenzar. Doscientos 70 días de incertidumbre -más los que se acumulen- son mucho tiempo para los grandes inversionistas y políticos que han comenzado amover sus capitales para adquirir propiedades y comprar favores sin que hayan podido amarrar un solo negocio.
Legalmente los promotores de la nueva terminal aérea no las tienen todas consigo. Los campesinos han obtenido importantes avances en los tribunales, al punto de que el decreto expropiatorio se encuentra suspendido, y el tiempo podría favorecerlos aún más.
La visita del Papa proporcionará a los labriegos un importante respiro y evidente visibilidad internacional. Reprimirlos durante la estancia de Juan Pablo II en México tendría para el gobierno mexicano un alto costo político. La presencia de medios de comunicación de todo el mundo les facilitará la tarea de difundir ampliamente su causa.
Las elecciones municipales mexiquenses de comienzos del año entrante serán un momento clave en el esfuerzo del PRI por recomponerse políticamente y ganar las elecciones federales de 2003. El gobernador mexiquense pretende hacer de esas jornadas electorales su plataforma de lanzamiento a la precandidatura a la Presidencia de la República, mientras promueve a su procurador de Justicia, Alfonso Navarrete Prida, como sucesor en la gubernatura del estado.
Atenco se ha convertido en una molesta "piedra en el zapato" en los planes de restauración del priísmo mexiquense. En apenas 18 meses Montiel montó una eficaz campaña para desfondar y deslegitimar al PAN, que había arrasado en la entidad en las elecciones federales de 2000. Asesinatos, altos salarios y escándalos de los ediles blanquiazules le permitieron al mandatario acabar con la autoridad moral del panismo. Sus éxitos policiacos en la captura de varios secuestradores empujaron sus bonos hacia arriba. Sólo los ejidatarios del Movimiento en Lucha por la Defensa de la Tierra de Atenco se interponen entre él y sus ambiciones de hegemonía tricolor en el estado...