Rius: la pedagogía de la imagen

La Jornada, 15 de agosto de 2017

Eduardo del Río, Rius, trasladó la vocación educativa del muralismo mexicano a la historieta. Al igual que Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco o Juan O’Gorman, el monero michoacano forjó, en sus cartones, revistas, cómics y libros una verdadera pedagogía de la imagen.

La misión que los grandes muralistas se echaron a cuestas a la hora de pintar los muros fue muy parecida a la que cargó Rius sobre sus hombros buena parte de su vida: promover entre las masas populares la toma de conciencia, catalizar el cambio político y social, presentar la historia como resultado de la lucha de clases, inventar un lenguaje plástico directo, forjar una representación de lo popular.

Juan O’Gorman sintetizó esta posición reivindicando su pintura como forma de servir al pueblo, a su enseñanza y formación. Como parte de la memoria de un pueblo. Y Rius la resumió reivindicando la función social de la caricatura como vehículo de concientización. La función de la caricatura –dijo– es la de educar un poco al pueblo, haciéndolo reír sise puede…

Pero el México en que los muralistas produjeron su obra (entre 1951 y 1954) es radicalmente distinto al país en que Rius elaboró la suya. Si los pintores tuvieron en muchos momentos el apoyo del Estado (no siempre) y a sus espaldas un vigoroso movimiento social, en sus inicios el monero trabajó en un entorno en el que la izquierda estaba divorciada de lo popular y en el que incluso fue reprimido por el Estado.

Como le dijo Renato Leduc: Joven Rius, en esta profesión o le pagan o le pegan. Él escogió que le pegaran.

Comparar la obra pictórica de los muralistas con Rius no es excesivamente forzado. Según cuenta David Alfaro Siqueiros, ellos tuvieron que dejar en 1925 los muros fijos de los edificios públicos para tomar los muros móviles de las páginas de su periódico: El Machete. Cambiaron una forma de arte público por otra forma diferente. Y Juan O’Gorman reconocía en 1982 que las artes gráficas sustituyeron al muralismo con una inmensa ventaja: podían reproducir millones de copias de un mismo mensaje y llegar a todos.

Por supuesto, hay enormes diferencias entre el lenguaje del muralismo de los grandes maestros y el lenguaje del cómic de Rius, pero ambos alimentaron con claves similares los nuevos lenguajes de la cultura popular. A través de su plástica, elaboraron un relato épico y popular para comprender la historia de México (y de muchas otras partes del mundo). Como señala el mismo Juan O’Gorman: La identificación del espectador con la obra artística se lleva a cabo cuando ésta contiene aquellos elementos propios de la tradición popular que permanecen en el inconsciente colectivo...