La bolsa o la justicia

La Jornada, 06 de febrero de 2018

Rescate se titula el cartón del monero Hernández en La Jornada. Allí aparece la Justicia amarrada a una silla y Javier Corral, su captor, fijando las condiciones para liberarla: ¡Queremos 900 millones de pesos!, dice el gobernador de Chihuahua al teléfono.

La caricatura de Camacho en Reforma sobre el desenlace de la Caravana de la Dignidad es diametralmente opuesta. En ella, en una cancha de futbol americano, el secretario de Gobernación, Alfonso Navarrete Prida, con el brazo vendado, los lentes rotos y dos chichones en la frente, y el de Hacienda y Crédito Público, José Antonio González Anaya, machacado sobre el piso y maldiciendo a Corral, son la imagen misma de una derrota aplastante.

En cambio, el maestro Helioflores hace un balance distinto sobre el pleito por Chihuahua. En su dibujo, titulado Garrote o dinero, un gigante de espaldas, que representa a la Secretaría de Hacienda, blande en su mano izquierda un garrote y en la derecha una bolsa con el símbolo de pesos. Cerca de la tranca aparece Corral noqueado con un cartel que dice Guerra a los corruptos y del lado derecho una persona con la mano extendida pidiendo el dinero y una pancarta que afirma La corrupción no existe.

La diversidad de opiniones de los moneros sobre el desenlace de la Marcha de la Dignidad no es un asunto exclusivo del gremio, sino algo común a periodistas, analistas y políticos. Más allá de sus demandas explícitas, la movilización estuvo enmarcada en la lucha por la sucesión presidencial y el balance de ésta no es ajeno a las percepciones de a qué candidato favorece el resultado final. La mayoría (no todos) de los simpatizantes de Ricardo Anaya y Por México al Frente la presentan como una victoria arrolladora de Corral. En cambio, sus detractores menosprecian la negociación. El mismo Andrés Manuel López Obrador declaró que Javier Corral es pura faramalla y Anaya un mafiosillo.

Grandilocuentes, envueltos en la bandera nacional, grupos empresariales e intelectuales afines presentaron la marcha hacia Ciudad de México como el último eslabón de una nueva rebelión cívica contra la corrupción y el centralismo opresor, encadenada a episodios como la defensa juarista de la República y la Revolución Mexicana. Otras figuras le asignaron propósitos más modestos, como el de romper el círculo de la impunidad que rodea el financiamiento gubernamental de las campañas electorales. Algunos más dijeron que se trataba de acabar con la discrecionalidad de Hacienda en el manejo de los recursos destinados a los estados.

Juzgada la movilización únicamente por esos grandes objetivos, su saldo final es decepcionante. No logró ninguna de esos ambiciosos propósitos. Fue el parto de los montes.

Sin embargo, si se dejase parte de la idea de que, como siempre lo ha hecho, Corral iba a terminar negociando otras demandas, la marcha tuvo algunos éxitos, hayan sido o no explicitados en un primer momento. No es poca cosa que, en un acto tan discrecional como los que los manifestantes criticaban, la Secretaría de Hacienda le haya otorgado a Corral los 900 millones de pesos que buscaba. Y, que como ha hecho el gobierno federal con otros gobernadores de oposición (Veracruz, Quintana Roo o Tamaulipas) abra la puerta para meter a su antecesor a la cárcel...