Bastón de mando y neoindigenismo

La Jornada, 04 de diciembre de 2018 

La toma de posesión de Andrés Manuel López Obrador como Presidente fue, a un tiempo, ritual republicano y espectáculo en muchos actos. Las puestas en escena fueron múltiples y prolongadas. Enumero algunas: rendición de protesta en San Lázaro; recepción de un bastón de mando indígena; ocupación ciudadana de Los Pinos; comida con mandatarios; traslado en un modesto Jetta blanco; conversación con un ciclista, y espectáculo musical.

Miles de personas participaron en las distintas ceremonias y galas. Con ánimo festivo se convirtieron en actores de una fecha histórica: el arranque de lo que se ha bautizado como Cuarta Transformación. Tomaron calles y plazas públicas de Ciudad de México no para protestar, sino para festejar.

De entre la multitud de actos, destaca uno: la entrega al nuevo Presidente por parte de dirigentes indígenas de un bastón de mando, en una ceremonia sui generis (inventada para la ocasión), con invocaciones a los cuatro puntos cardinales, amuletos, rezos y copal.

Andrés Manuel López Obrador no es el primer presidente al que se da un bastón de mando. Como lo recordó Harim B. Gutiérrez, el uso político de éste es una costumbre de las campañas electorales de la segunda mitad del siglo XX. El candidato del PRI a la presidencia Adolfo López Mateos lo recibió en 1957 en Guelatao, Oaxaca. También de los presidentes en funciones. A José López Portillo se le otorgó en Temoaya, en 1978. Se trata de un intercambio de favores políticos: los candidatos y mandatarios obtienen legitimidad y las comunidades la posibilidad de obtener obras y recursos. Desde entonces, el pacto se ha repetido con los candidatos y jefes del Ejecutivo en turno.

Sin embargo, en esta ocasión, la entrega del bastón tuvo otro escenario y otra trama: el Zócalo capitalino, en nombre de una representación de los 68 pueblos indígenas de México, coordinada por el Instituto Nacional de Pueblos Indígenas (INPI).

El virus está en el aire y es contagioso. Así como Claudio X. González y su red de ONG pretenden hablar en nombre de la sociedad civil, algunos líderes indígenas ligados al nuevo gobierno se presentan como los representantes de todos los pueblos originarios.

Obviamente, quienes dieron al nuevo Presidente el bastón de mando no representan al conjunto de los indígenas de México. Se representan a sí mismos y, en algunos casos, a sus comunidades y organizaciones. No hablan por el conjunto del movimiento, sino de una corriente de éste que busca un espacio en el seno del INPI. Sin ir más lejos, el Congreso Nacional Indígena, la articulación más importante del mundo indio, no participó en esta ceremonia.

La misma idea de un solo bastón de mando que represente al conjunto de los pueblos indígenas del país ha sido cuestionada por múltiples intelectuales indios y autoridades comunitarias. Es una invención. Los bastones son símbolos de autoridad de cada comunidad, tribu o nación...