La Jornada, 22 de octubre de 2019
Como si fueran hongos que nacen con la humedad, decenas de plásticos, lonas y tiendas de campaña brotaron rodeando la mayoría de las entradas a la Cámara de Diputados el pasado jueves. Los improvisados piquetes fueron instalados por organizaciones campesinas como presión para que los legisladores incrementen los recursos para el campo durante el siguiente año.
No piden que les den más, sino que no les quiten. El paquete económico 2020 reduce el presupuesto de la Secretaría de Agricultura en 31.8 por ciento. El año próximo obtendrá apenas 43 mil 300 millones, frente a los más de 67 mil millones de pesos recibidos en 2019 y los 75 mil millones de pesos de 2018. Sin mayores explicaciones, se esfumaron del presupuesto programas tan importantes como el de Atención a los conflictos agrarios.
La movilización del pasado jueves dista de ser la única del sexenio. En menos de un año se han desatado multitud de oleadas de inconformidad campesina en casi todo el país. El nuevo gobierno ha negado que sean legítimas. El pasado 18 de julio el presidente Andrés Manuel López Obrador afirmó que no hay motivo para protestas, porque ahora los fondos para el campo están llegando primero a los más pobres, no como antes, que todo el apoyo era para los de arriba.
Según él, la inconformidad rural responde a que se decidió apoyar al productor de 20 hectáreas para abajo. El plan de rescate al campo –afirmó– comienza con los de abajo y va subiendo, de manera que a los productores medianos o grandes también les llegarán los beneficios y cuando haya más recursos se dará a quienes posean 30, 50 y hasta 100 hectáreas.
Para deslegitimar las movilizaciones de agricultores, el mandatario dijo que había visto en ellas a un líder con un Rolex. Irónico, aseguró no estar contra quienes tienen para comprarse un buen reloj.
Cerca de tres semanas después, abundó sobre el asunto. “Hablando en plata –dijo– la inconformidad es porque ya no se van a entregar fondos a organizaciones y no quieren aceptarlo y piensan que con la protesta nosotros vamos a dar marcha atrás.”
Más claro ni el lodo. Para el mandatario, el enojo rural no es legítimo, sino una maniobra de los líderes corruptos (¡que hasta Rolex tienen…!), que han perdido sus privilegios, ya que los apoyos
gubernamentales no se gestionan a través de ellos y van directamente a los productores. Además, es resultado de que hay una reorientación de los subsidios agrícolas hacia los pobres...