El erizo neoliberal y la educación

La Jornada, 05 de noviembre de 2019

Toda gran apuesta de cambio social necesita tras de sí una propuesta educativa de largo aliento. No pueden construirse instituciones y reglas de convivencia políticas alternativas al margen de cambios sustantivos en la enseñanza pública.

Durante casi todo el siglo XX y lo que va del XXI el sentido y orientación de la educación pública han estado en disputa. En este pulso, clases y actores sociales han expresado el país que quieren. Pero, a pesar de esta diversidad de posiciones, los grandes proyectos pedagógicos han tenido un eje central alrededor del cual se legisla y ordena la instrucción que imparte el Estado.

El artículo tercero de la Constitución de 1917 puso en el centro la educación laica, para limitar la enorme influencia de la Iglesia católica en la materia. Las Misiones Culturales de José Vasconcelos se propusieron incorporar a indígenas y campesinos a la nación, organizando una gran cruzada contra la ignorancia. Lo mismo sucedió con la educación socialista, de Lázaro Cárdenas; la escuela del amor, de Manuel Ávila Camacho; el plan de 11 años, de Jaime Torres Bodet; la descentralización educativa, de Jesús Reyes Heroles (consumada con el Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica de 1992), o la reforma de Enrique Peña Nieto para que el Estado recuperara la rectoría del Estado y la calidad de la educación.

¿Cuál es el centro de la reforma educativa de la Cuarta Transformación (4T)? Cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador presentó su iniciativa de reforma al tercero constitucional el eje era la educación para el bienestar. Aunque no la definía con claridad, esta idea-fuerza parecía estar en sincronía con otros objetivos del nuevo gobierno.

Sin embargo, conforme la reforma se fue negociando con grupos empresariales y académicos afines a ellos, la idea de educación para el bienestar se desvaneció. En su lugar quedó un texto que se asemeja a un alebrije legal, carente de un eje estructurador, incapaz de emprender una transformación profunda del sector. Es, en los hechos, un texto contradictorio, confuso y gatopardista, que conserva intactos, puntos sustanciales de la reforma educativa de Enrique Peña Nieto.

Supuestamente, la Nueva Escuela Mexicana es la propuesta educativa de la 4T. Tanto así que fue incorporada a la Ley General de Educación (LGE), en su título segundo. Sin embargo, en los hechos es inexistente. Es un cascarón sin contenido. Y ni siquiera su nombre es original. La nueva escuela fue una tendencia pedagógica nacida hace casi un siglo, que tuvo en el pedagogo y filósofo John Dewey uno de sus principales exponentes. El término fue utilizado también en tiempos de Carlos Salinas de Gortari y Vicente Fox...