Edelmiro Maldonado, historia debida

La Jornada, 28 de julio de 2020

En el santoral laico de la izquierda mexicana, el maestro Edelmiro Maldonado Leal debería ocupar un lugar destacado. Su vida parece extraída de una novela del estilo de Así se templó el acero. Su trayectoria es un eslabón relevante entre las luchas por la transformación del país de la segunda mitad del siglo pasado y la realidad actual.

Incorruptible y congruente, Edelmiro fue, a un tiempo, profesor democrático, organizador obrero, intelectual revolucionario y comunista hasta el final de sus días. A contracorriente, educó a varias generaciones de militantes magisteriales y populares en Nuevo León, formó docentes, organizó huelgas en un estado con una de las oligarquías más retrógradas, luchó por la renovación del Partido Comunista Mexicano (PCM) hasta su expulsión, recuperó y divulgó la historia del movimiento sindical y militó durante el último tramo de su vida en la izquierda radical.

Nacido en Los Ramones, Nuevo León, en 1926, en el seno de una familia de docentes, fue maestro normalista. Ingresó a las filas del PCM en 1948. Participó en el Movimiento Mexicano por la Paz y viajó a China como su representante en 1952. Dos años después fue integrado a la dirección del partido. En 1959, en lo que fue una especie de golpe de Estado a Dionisio Encinas (emblema de lo que José Revueltas llamaba el estalinismo de huarache), se sustituyó el puesto de secretario general por un secretariado de cinco miembros, entre los que estaban Arnoldo Martínez Verdugo y el mismo Maldonado.

En 1954, Edelmiro contrajo matrimonio con una mujer excepcional: Sandra Arenal. Pionera del feminismo en Nuevo León, militante de la Juventud Comunista y sobrina política del muralista David Alfaro Siqueiros; Arenal escribió libros claves sobre la explotación obrera, entre los que están Sangre joven: las maquiladoras por dentro y En Monterrey no sólo hay ricos.

Maldonado viajó a la URSS siendo dirigente del PCM. La última, en 1960, como delegado a la Conferencia de Partidos Comunistas y Obreros, en la que afloraron las contradicciones entre soviéticos y chinos. A diferencia de sus camaradas mexicanos, él defendió la posición en favor de la unidad del movimiento comunista internacional en lugar de inclinarse por los rusos.

Se acercó entonces al maoísmo y terminó chocando con la mayoría de los dirigentes del PCM. En la crisis de los misiles de 1962, defendió el derecho de Cuba a decidir soberanamente su futuro. En julio de 1963, el duodécimo Pleno del Comité Central lo suspendió por un año como militante y lo excluyó de la dirección. Finalmente, en diciembre fue expulsado junto a Camilo Chávez, Samuel López y Tereso González, en lo que fue la primera ruptura de esa organización como expresión de la pugna chino-soviética. Los proscritos se propusieron, sin fortuna, reconstituir el partido...