Travesía por la vida, soñarse soñando 

La Jornada, 22 de junio de 2021 

En el siglo de las diferencias, un escuadrón zapatista integrado por diferentes (indígenas rebeldes, mujeres en lucha, jóvenes y un transgénero) tocó este domingo, después de una travesía marítima de 50 días, las costas de Vigo, en España. Se propone no reconstruir naciones, sino nuevas realidades, nuevos mundos. 

Los insumisos del sureste mexicano se soñaron cruzando las aguas del Atlántico en un velero para adelantar las manecillas del reloj de la historia, y encontrarse en tierras europeas con otros diferentes, para conversar y escuchar sobre formas alternativas de convivencia que pongan en el centro la vida, y ese sueño se hizo realidad. Mientras, en la cubierta del barco, de cara a tierra firme, desplegaron una manta que grita a todo el viejo continente: ¡Despertad! 

Hasta hace apenas 28 años, la mayoría de los antepasados de este grupo de siete indígenas que navegaron a bordo de La Montaña, tenían como su confín político y cultural la iglesia, la milpa y el camión de redilas. Con enormes esfuerzos y sacrificios, desafiando el aislamiento, la miseria y la represión, se asociaron en uniones para recuperar la tierra usurpada por los latifundistas y apropiarse de su proceso productivo. Pero no fue suficiente. Para ser escuchados tuvieron que levantarse en armas. 

Hoy, el horizonte del Escuadrón 421 y del resto de la delegación del EZLN que aguarda la entrega de sus pasaportes para viajar por aire a encontrarse con sus compañeros, es Europa y la construcción de un otro mundo. De ese tamaño es el cambio vivido en las comunidades zapatistas en casi tres décadas. 

El escuadrón va a reunirse con los consumidores del café que ellos y sus compañeros cultivan en sus huertos a casi 9 mil kilómetros de distancia; con las mujeres que visten los huipiles que ellas bordan en sus telares y con las que han compartido más de un encuentro feminista, con los luchadores sociales que tienen a la Comuna de la Lacandona como fuente de inspiración para pensar sus propias utopías. 

En múltiples ocasiones, Carlos Monsiváis reconoció como una de las grandes aportaciones del movimiento zapatista el introducir a la discusión pública el tema del racismo, como una de las características nacionales innegables. Según él, las movilizaciones de los mil 111 delegados rebeldes en la Ciudad de México en septiembre de 1997, fueron “la primera manifestación antirracista en la historia de México” (https://bit.ly/3vSIBwl). Como lo demuestra la vergonzosa negativa de los funcionarios de la Secretaría de Relaciones Exteriores a expedirles pasaportes o de otras autoridades a reconocerlos como mexicanos (https://bit.ly/2ScnTJM), el racismo estructural es una realidad lacerante en nuestro país, y el EZLN sigue siendo un actor clave en la lucha contra la discriminación...