México y el rechazo a la guerra

La jornada, 01 de abril de 2003

La guerra contra Irak ha alterado la vida política nacional. Muchas cosas han cambiado dentro del país desde que, hace 13 días, comenzó la ofensiva militar angloestadunidense.

Las encuestas muestran que la población mexicana rechaza mayoritariamente la ofensiva bélica. Los representantes empresariales que advirtieron la necesidad de que el gobierno abandonara una política de principios han enmudecido. Los intelectuales que deseaban el alineamiento del país con Estados Unidos han cambiado de piel. La fuerza de la opinión pública en favor de la paz es abrumadora. Sólo unas cuantas voces han proclamado abiertamente su apoyo a la acción punitiva. Son una pequeña minoría y sus posiciones tienen muy poca ascendencia en la sociedad.

Los medios de comunicación han divulgado amplia información sobre el conflicto. En el pajar de la política nacional la figura del primer mandatario es apenas una aguja. Los grandes escándalos nacionales han sido relegados a segundo plano. La polarización social provocada por el activismo confesional de la pareja presidencial ha disminuido. La negativa del gobierno mexicano a avalar las posiciones de Washington amortiguó el clima de crispación social de los últimos meses.

Nuestra economía se ha visto beneficiada en el corto plazo por los ingresos extras provenientes del alza en el precio del petróleo. Sin embargo, en breve la recesión económica estadunidense frenará, aún más, el crecimiento del país. Además, el incremento en el costo del dinero, generado por las necesidades crediticias que el Imperio requerirá para sufragar los gastos de su aventura bélica, provocará que el pago del servicio de la deuda externa de México sea mayor.

Sobre la guerra y la paz se discute en todos lados y a todas horas. En las escuelas, las iglesias y los hogares se conversa sobre el asunto con indignación y desesperanza. Los ministros de culto han incorporado sus reflexiones a las homilías y son frecuentes los servicios religiosos -muchos ecuménicos-en los que se ora por el fin de las hostilidades.

Diariamente se realizan en casi todo el territorio nacional acciones de rechazo a la guerra. En los puentes fronterizos del norte brigadas binacionales reparten propaganda y piden a los automovilistas que toquen los cláxones de sus automóviles en señal de repulsa. Está en marcha una campaña de boicot hacia empresas y productos estadunidenses. En el Ángel de la Independencia se ha instalado un ayuno por la paz. Abundan recitales y conciertos. El tráfico de 
correo electrónico con información sobre las protestas es intenso. En muchos centros educativos se han organizado conferencias y debates...