La jornada, 22 de abril de 2003
La invasión a Irak mostró no sólo la supremacía militar y económica de Estados Unidos, sino también su enorme poderío mediático y cultural. Con un despliegue informativo abrumador, la segunda guerra del Golfo fue presentada como la vanguardia de la civilización, la expresión más avanzada de su tecnología y su ideario. No en balde, una de las principales mercancías de exportación del Tío Sam ha sido el sueño americano.
Las imágenes y opiniones transmitidas por CNN y Fox News; los reportajes y artículos de opinión publicados por The New York Times, Los Angeles Times y Times, y los cables noticiosos despachados por las agencias Ap y Reuters fueron la principal fuente informativa y analítica sobre la ofensiva militar contra Saddam Hussein. Su versión de los hechos se convirtió en "lo sucedido". Ciertamente, medios como la televisora Al-Jazeera, los periódicos The Independent, La Jornada y El País o páginas electrónicas como Indymedia y Rebelión divulgaron información y análisis alternativos, pero su alcance e impacto fue restringido.
Desde hace años guerra y medios son en Estados Unidos un matrimonio bien avenido. La relación que existe entre el complejo militar-industrial y las empresas de comunicación es muy estrecha. Por ejemplo, Westinghouse combinó hasta 1999 grandes inversiones en la industria de la defensa y la energía nuclear con importantes negocios relacionados con la comunicación. Internet fue en sus orígenes un instrumento producido por la maquinaria bélica para sus servicios. Como señaló el investigador Herbert Schiller: "Las técnicas de persuasión, manipulación y penetración cultural, ayudada por la sofisticada tecnología de las comunicaciones desarrollada por los programas espaciales militares están siendo cada vez más importantes en el ejercicio del poder estadunidense".
Estos vínculos, sin embargo, no son exclusivos de ese país. Vivendi Universal, sexto conglomerado mediático del planeta de origen francés, dueña de Canal + y uno de los colosos empresariales que controlan la industria del agua en el mundo, fabrica también armamento.
Para la Casa Blanca, la comunicación y las nuevas tecnologías asociadas a ellas han sido, desde la década de los 50 del siglo XX, asunto de Estado. En las altas esferas de la política y la economía estadunidense está claro que quien conduzca la revolución informática será quien dispondrá del poder.
Los productos culturales y de entretenimiento son, además, una de las principales fuentes generadoras de divisas de ese país. Películas, programas de televisión, videos, discos compactos y casetes con el sello made in USA pueden encontrarse en todo el mundo. Su presencia, empero, rebasa la esfera exclusivamente mercantil. Con estos productos se ofrece algo más que una mercancía: se vende un estilo de vida. Su divulgación forma parte de una hegemonía semántica...