La jornada, 20 de mayo de 2003
Armando Bartra se comporta como si fuera un ombudsman informativo agrario. Defiende al movimiento rural de los juicios de los analistas que, según su punto de vista, lo distorsionan. Critica a sus críticos. Decide cuándo los comentarios de otros son absoluciones y cuándo condenas, cuándo las opiniones están erradas y cuándo aciertan, cuándo se hacen desde "la barrera" y cuándo desde adentro.
Desafortunadamente, en su última colaboración en La Jornada ("Sobre Kalimán, Solín y Lex Luthor") no se aplica a sí mismo el rigor que reclama a los demás. Y, aunque no convierta a Fox en Kalimán y a Usabiaga en Solín, hace de mis opiniones una especie de Mundo Bizarro del extinto Supermán; las vuelve, una vez más, una caricatura.
Señalé que la firma del Acuerdo para el Campo da un aval a las políticas anticampesinas del gobierno federal. Lo otorga no por cuestión de principios, sino de congruencia lógica: si pactaron deben cumplir. No creo que la firma de los líderes agrarios valga tanto como el papel en el que se estampó. Y el alcance del compromiso está claramente establecido en tres puntos básicos del documento.
Primero, se señala que el acuerdo "establece las reformas estructurales que se requieren para enfrentar el grave deterioro de amplios sectores de la producción y la sociedad rural".
Segundo, "establece un pacto entre el gobierno mexicano y las organizaciones campesinas y de productores, los cuales se comprometen a impulsarlo ante los distintos poderes y órdenes de gobierno y la sociedad en general".
Y, tercero, instituye que "la resolución de demandas se lleva a cabo por las vías institucionales y a través del diálogo y negociaciones que buscan la creación de consensos con estricto apego al estado de derecho".
En resumidas cuentas las partes que signaron el documento consideran que allí está la clave para el desarrollo del campo, que hay un compromiso a fondo entre ellas para impulsarlo, y que las organizaciones campesinas deben olvidarse de plantones, ocupación de edificios públicos, tomas de puertos y aduanas y bloqueos a las vías de comunicación, o como el secretario Usabiaga dijo a los dirigentes rurales en una de las sesiones finales de negociación: "Así calladitos se ven más bonitos"...