La necedad magisterial

La jornada, 10 de junio de 2003

Póngase un fulminante con pólvora dentro de un envase cerrado. Hágase detonar. La explosión será inevitable. Colóquese a miles de maestros de educación elemental con bajos salarios, precarias condiciones laborales y conciencia social a impartir clases a una población que vive en la pobreza y con escasos recursos materiales. Ciérrenseles los canales de interlocución sindical y gubernamental en la atención de sus demandas. El estallido será irremediable. Sin embargo, lejos de ver la obviedad del malestar magisterial que se ha expresado en la ciudad de México, en Oaxaca, Michoacán y Guerrero, los grandes medios de comunicación electrónicos -y buena parte de los impresos-, así como muchos analistas políticos, lo consideran un fenómeno espurio. En vez de escuchar y difundir las razones de los mentores, se han dedicado a descalificarlos.

Los dirigentes del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) han señalado que las protestas de los maestros son auspiciadas por gobernadores como José Murat, para debilitar a Elba Esther Gordillo dentro del PRI. La acusación no es nueva ni original. Cuando la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), la corriente que busca democratizar el sindicato y defender la educación pública, surgió en diciembre de 1979 en Chiapas, los caciques sindicales que controlaban la agrupación -entre los que estaba Elba Esther- responsabilizaron al entonces gobernador de la entidad, Juan Sabines, de su gestación. En 1983, durante la celebración del 13 Congreso Nacional Ordinario del SNTE, los delegados de la corriente oficialista espetaron a los disidentes: "Hijos de Reyes Heroles!" Aludían así al supuesto contubernio entre el entonces secretario de Educación Pública y el magisterio democrático. Seis años después el nuevo villano de la burocracia sindical sería Carlos Salinas.

¿Pueden los gobernadores o algunos funcionarios públicos manipular a la CNTE para debilitar a la burocracia nacional del sindicato? Obviamente no. La diversidad de fuerzas que la integran y la complejidad de sus mecanismos de decisión y consulta hacen prácticamente imposible que un actor externo a esta corriente la utilice para sus fines. Más bien lo que sucede con frecuencia es que la gobernación de las entidades donde la CNTE es hegemónica se ve rebasada por demandas que no puede atender y que el gobierno federal se niega a resolver, arguyendo que no son su competencia. Se crea así una situación asfixiante: los profesores democráticos no tienen una ventanilla en la que sean atendidas sus exigencias, pues en ningún lado quieren hacerles caso; en los estados les dicen que no se puede y la Federación que no debe.

Dos hechos enredan este entuerto. El primero tiene que ver con la descentralización educativa, que trasladó a los estados competencias, facultades y funciones en este terreno sin dotarlos de los recursos económicos suficientes para hacerles frente. Ello ha provocado que las finanzas de muchas entidades federativas estén en números rojos, sin posibilidad de cumplir adecuadamente sus compromisos docentes o pactar nuevos. Tan grave es la situación que algunos mandatarios han amagado con devolver a la Federación la responsabilidad del sistema pedagógico...