La crisis del PRD

La jornada, 06 de abril de 2004

Son sinceros algunos de los dirigentes del Partido de la Revolución Democrática cuando afirman que su pasado congreso fue un éxito. Sus declaraciones no buscan maquillar lo inocultable. Para ellos, el único problema serio que tiene su partido es el deterioro de su imagen en la opinión pública por los más recientes videoescándalos.

Su balance es optimista. Después de todo, permanecen al frente del sol azteca. Además, derrotaron la propuesta de Cuauhtémoc Cárdenas que los habría obligado a renunciar a sus puestos partidarios. Y, aunque formalmente hayan votado por la disolución de las corrientes, éstas permanecen para cualquier efecto práctico.

No son pocos quienes creen que las tendencias organizadas son una necesidad para hacer contrapeso al caudillismo de Cuauhtémoc. Para ellos el ingeniero representa una corriente más, que no se asume como tal. Tiene una propuesta programática que no fue elaborada por las instancias del partido ni se discute en su interior, e influye en definiciones claves al margen de las instancias estatutarias. El secretario general de ese instituto político, Carlos Navarrete, lo expresó con claridad cuando señaló que la caracterización de Cárdenas como líder moral del PRD era tan sólo una creación de la prensa.

Por costoso que pueda haber sido para el partido el escándalo que precipitó las renuncias de Rosario Robles y René Bejarano, muchas tribus están satisfechas con el saldo interno. Tanto Cárdenas como Andrés Manuel López Obrador perdieron a dos de sus principales operadores políticos. La corriente del dirigente de la Unión Popular Nueva Tenochtitlán está en riesgo de descomposición. Y, según sus cuentas, si el jefe de Gobierno del Distrito Federal se convierte en candidato a la Presidencia de la República necesitará de ellos para su campaña. Las corrientes principales ocuparán, de acuerdo con sus cálculos, el lugar que antes desempeñaba Bejarano.

Encerrados en su torre de marfil partidaria, no se dan cuenta de que las dificultades del PRD no sólo provienen de la pésima imagen que adquirió ante la opinión pública. Su crisis es, por principio de cuentas, orgánica y programática, de relación con el conjunto de la sociedad.

Ciertamente, parte de sus aprietos no son exclusivos de los perredistas, sino son comunes al conjunto de los partidos que actúan en la vida pública. La erosión del Estado nación, la trasnacionalización de la política, la precarización económica, la desterritorialización, la creciente importancia de la migración y el papel preponderante de los medios masivos electrónicos en la definición de las prioridades nacionales han modificado drásticamente la política y provocado una crisis de la forma partido...