Amado Avendaño

La jornada, 04 de mayo de 2004

El 8 de diciembre de 1994, en Tuxtla Gutiérrez, Amado Avendaño tomó posesión como gobernador en rebeldía de Chiapas. Una delegación de pueblos indios le dio el bastón de mando que simboliza la autoridad comunitaria y lo protegió con rezos, bendiciones y copal. Miles de campesinos, indígenas y maestros provenientes de toda la entidad lo vitorearon. Seis años después, en medio de todo tipo de penurias y privaciones, terminó sirviendo dignamente su cargo.

Ese mismo día, en esa misma ciudad, a unos cuantos kilómetros de la plaza central, protegido por el ejército y la policía, rodeado por las fuerzas vivas del estado y acompañado por el entonces presidente Ernesto Zedillo, Eduardo Robledo Rincón fue nombrado gobernador oficial de Chiapas. Menos de tres meses después tuvo que renunciar vergonzosamente al puesto.

Amado Avendaño juró en aquel entonces hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y la particular del estado. Lo cumplió. Sin más autoridad que la que le proporcionaba la gente que lo reconocía como su gobernador, recorrió pueblos y ciudades de todo Chiapas. Durante un tiempo, observado por la estatua de Erasto Urbina, hizo de las instalaciones del Instituto Nacional Indigenista (INI), en San Cristóbal, la sede de su gobierno. Durmió en los pisos de tierra de las casas campesinas, participó en asambleas comunitarias, escuchó demandas y agravios, difundió la lucha indígena al Viejo Mundo, canalizó ayudas para los pueblos en resistencia, comió arroz y frijoles, acompañó como uno más la caravana de los mil 111 zapatistas a la ciudad de México, en septiembre de 1997, y siguió escribiendo.

Nacido en Mapastepec, Chiapas, tenía 55 años de edad cuando fue electo gobernador en rebeldía. Fue candidato a gobernador por el PRD sin ser miembro de ese partido, por la acción combinada de los méritos propios y las circunstancias políticas. Su postulación fue avalada por una amplia convergencia de ONG, grupos ciudadanos y organizaciones sociales. Aunque muchos eran tradicionalmente desconfiados de la política partidaria y las elecciones, se involucraron porque vieron en Amado 舑y en el zapatismo que lo apoyaba舑 a un hombre honorable y consecuente, defensor de una causa justa, distinto a los políticos tradicionales.

Sobreviviente de un atentado carretero en su contra perpetrado por un tráiler sin placas, en plena campaña electoral, el 25 de julio de 1994, cargó con el pesar de la muerte de tres de sus acompañantes. Pero ni su frágil estado de salud ni las amenazas a su vida lo detuvieron. No puede decirse que haya sucedido lo mismo con algunos de sus compañeros de viaje.

Cuando el PRD postuló a Amado, una parte de su militancia abandonó sus filas porque quería postular a un viejo dirigente del PRI. Cuando un enorme fraude electoral impidió que su triunfo fuera reconocido legalmente, otra parte del sol azteca se resistió a participar en el gobierno paralelo. Meses después, la dirección del partido, encabezada por Porfirio Muñoz Ledo, se puso a negociar posiciones dentro del gobierno oficial...