El desafuero y la desobediencia civil

La jornada, 15 de febrero de 2005

El desafuero y la inhabilitación de Andrés Manuel López Obrador son inminentes, y también las expresiones de descontento derivadas de ello. A partir de mediados de marzo la temperatura política en el país se elevará hasta niveles desconocidos.

Organizaciones ciudadanas han llamado indistintamente a la desobediencia y a la resistencia civil pacífica para protestar contra la sanción al jefe de Gobierno de la ciudad de México. Sin embargo, esos grupos son desconocidos para la mayoría de los ciudadanos y su capacidad de convocatoria es limitada. Más que una referencia para la acción son un síntoma del descontento que existe en la sociedad.

López Obrador ha anunciado públicamente algunas de las acciones que piensa emprender. Ha dicho que no se amparará, es decir, que está dispuesto a ir a la cárcel. Ha asegurado que no piensa salir bajo fianza y que desde allí se registrará como precandidato presidencial del PRD. Pidió a los ciudadanos que usen un listón tricolor como símbolo de protesta contra el desafuero, y que estén pendientes para movilizarse en la fecha en que la Cámara de Diputados se erija en jurado de procedencia para votar el dictamen.

El "plan urgente de movilización" acordado por el partido del sol azteca para enfrentar uno de los más grandes desafíos en su historia es, apenas, un acuerdo de coordinación interna y adhesión a la marcha convocada por López Obrador. Cuando debiera estar viendo hacia afuera, el partido regresa a la práctica de mirarse el ombligo. Sus legisladores acordaron oponerse al desafuero, pero no han ido más allá.

La lucha contra el desafuero será, sin lugar a dudas, una de las más importantes movilizaciones de la historia política reciente. Muchas personas simpatizan con López Obrador y están dispuestas a salir a la calle a apoyarlo y hacer grandes sacrificios para que no sea inhabilitado. En todo el país hay un malestar social grande que puede expresarse en las jornadas de lucha a favor del jefe de Gobierno. Descontento económico e inconformidad política pueden llegar a coincidir en las protestas, radicalizándolas.

Algunas voces han anunciado que se preparan para organizar la resistencia civil y el tabasqueño ha dado los primeros pasos para encabezarla. Pero muchas interrogantes siguen en el aire: ¿quién convoca? ¿A qué medidas de protesta en lo concreto llama? ¿Quién, además de López Obrador, conduce la lucha? ¿Cuál es el objetivo de las movilizaciones? ¿Hasta dónde se quiere llegar con ellas?

Hasta la fecha, estas preguntas no han sido claramente respondidas. No estamos frente a un movimiento espontáneo, sino ante una iniciativa claramente programada que requiere explicitar más claramente sus pretensiones. Más allá de la definición de que se trata de una jornada de lucha pacífica, no violenta -importante, pero no suficiente-, no hay más precisión de sus animadores...