La jornada, 19 de abril de 2005
La derecha mexicana ha decidido ya quién debe ser su candidato presidencial en la izquierda. Su nombre es Cuauhtémoc Cárdenas.
El conservadurismo mexicano parece más preocupado por presentar a la opinión pública al hombre que guíe los destinos del Partido de la Revolución Democrática (PRD) que por escoger a su propio abanderado.
No pasa día sin que empresarios, articulistas y medios de comunicación, que durante años criticaron sin pudor alguno al fundador de la Corriente Democrática, gasten saliva y tinta para ensalzarlo. Los ataques de ayer se han convertido en las lisonjas de hoy. Donde antes encontraban imprudencia ahora han descubierto madurez; el personaje que hace apenas unos años juzgaban autoritario se ha convertido en tolerante; el político arcaico se ha transformado en moderno. El "patito feo" resultó ser un cisne.
Dirigentes empresariales como Claudio X. González, conductores de radio como José Cárdenas Cruz; articulistas como Catón y periódicos como Crónica han adoptado al ingeniero Cárdenas como su modelo de líder de una izquierda responsable.
Yeidckol Polevnsky le puso el cascabel al gato. "Todo el tiempo las cúpulas empresariales estuvieron en contra del ingeniero Cárdenas y en contra de la izquierda -dijo-; lo que están haciendo no es más que tratar de dividir."
Pragmático, Cuauhtémoc Cárdenas se ha dejado querer por sus nuevos admiradores. Empecinado en postularse por cuarta ocasión a la Presidencia de la República, no desaprovecha oportunidad para promover su causa. Cauteloso, ha evitado hacer referencia al punzante asunto de cómo fue tratado por sus enemigos en el pasado, al tiempo que ha aceptado todos los foros que éstos le han abierto.
Al antiguo jefe de Gobierno de la ciudad de México pareciera no importarle que su promoción por la derecha sea directamente proporcional a la hostilidad que sienten hacia Andrés Manuel López Obrador.
Pero no hay lugar al engaño. Los poderes fácticos apoyan a Cuauhtémoc Cárdenas como candidato del PRD a la Presidencia de la República porque saben que no tiene posibilidad alguna de obtener el triunfo. El ingeniero ha perdido a la mayoría de su partido y una parte muy importante de lo que alguna vez fue el cardenismo social. Le queda apenas un grupo de seguidores que descalifica a López Obrador en los mismos términos en los que una parte de la izquierda mexicana lo hizo con el michoacano en 1987.
Su aislamiento de las corrientes organizadas dentro del partido no es novedad. Cárdenas ha tenido que enfrentar desde hace muchos años la animadversión de la burocracia partidaria. Y en los momentos críticos el ingeniero sorteó el bloqueo a sus propuestas y su persona movilizando su verdadero capital político: las simpatías que tenía entre los militantes de a pie...