Agricultura: el camino a Hong Kong

La jornada, 29 de noviembre de 2005

Cuando los ministros de comercio de los países que integran la Organización Mundial de Comercio (OMC) se encuentren a comienzos de diciembre en Hong Kong se toparán con una desagradable sorpresa: los plazos fijados para culminar la Ronda de Doha se cumplirán sin alcanzar los resultados esperados.

Las negociaciones están estancadas porque hay diferencias serias sobre las nuevas reglas para la agricultura. El Acuerdo para Agricultura, firmado en 1994, regula el comercio agrícola entre los integrantes de la OMC. Su objetivo es establecer para la agricultura un sistema comercial justo orientado por el mercado. Su implementación duró seis años para los países desarrollados y nueve para las naciones en desarrollo. El acuerdo se encuentra en renegociación desde la cuarta reunión ministerial de la OMC, realizada en Doha, sin que se haya llegado a consenso alguno. Contempla tres apartados: acceso a mercados, apoyos domésticos y subsidios a la exportación.

La agricultura es el terreno privilegiado de confrontación entre Estados Unidos y la Unión Europea, pero también entre estos bloques comerciales y países como Brasil, Argentina o Australia, que teniendo gran capacidad productiva agrícola se encuentran con enorme dificultad para colocar sus cosechas en las naciones del primer mundo. Y es que, aunque formalmente estos países pudieran exportar sus productos agrícolas a Estados Unidos y la Unión Europea sin restricción alguna, los altos subsidios que los grandes productores rurales del mundo desarrollado obtienen de sus gobiernos hacen prácticamente imposible tener acceso a sus mercados. Los subsidios son una forma de proteccionismo.

Lo que está a discusión en la reunión de Hong Kong es si Estados Unidos y la Unión Europea mantendrán el apoyo a sus agriculturas a través de subvenciones, aranceles y apoyos a la exportación. Asimismo están a debate dos visiones diferentes de lo que es la agricultura: por un lado, la que la considera parte de un modelo productivista, privilegia el uso de semillas genéticamente modificadas, grandes cantidades de fertilizantes químicos, plaguicidas y no repara en los costes ambientales ni culturales; por el otro, la que reivindica la soberanía alimentaria, la pequeña producción campesina y valora la multifuncionalidad de esta actividad.

El diferendo no es asunto menor. Según investigación del Institute for Agriculture and Trade Policy, en 2003 Estados Unidos exportó trigo a un precio 28 por ciento por debajo de los costos de producción, maíz y soya a 10 por cierto por debajo de su valor real, algodón a 47 por ciento de su precio real y arroz a 26 por ciento menos de su costo efectivo. Es decir, en cinco productos agrícolas claves hace dumping...