La jornada, 03 de octubre de 2006
El helicóptero militar sobrevuela la ciudad de Oaxaca. Busca intimidar a la multitud que lo observa desde las barricadas. Alguien toma un cohetón y prende fuego a la mecha. El artefacto pirotécnico estalla en el aire. La aeronave sigue su trayecto impasible. Desde las calles, blandiendo palos y tubos, se grita a los pilotos: "¡Bienvenidos, cabrones!" y "¡Bajen, aquí los esperamos!"
La imagen anuncia un futuro posible. En las cercanías del 2 de octubre, aniversario de la matanza de Tlaltelolco, el gobierno federal se apresta al rescate de un gobernador defenestrado por el pueblo que dice representar. Sin las armas de la política, el Ejecutivo federal se dispone a hacer uso de la política de las armas. Sin más argumentos que la invocación abstracta a un vago principio de autoridad, se prepara para tratar de imponer con la fuerza lo que no ha podido ganar con la palabra.
Después de meses de ser una mala copia del mito de La Llorona, el domingo 24 de septiembre Ulises Ruiz se apareció en la ciudad de Oaxaca furtivamente, sólo para poner pies en polvorosa escasos minutos más tarde. Los ciudadanos de la entidad no nada más lo desobedecen, sino que, prácticamente, lo han desterrado de la entidad.
Antes, en un indicador de su debilidad política real, el gobernador itinerante tuvo la ocurrencia de dar manotazos en la mesa y amenazar al magisterio en huelga con severas represalias si no regresaba a clases el 25 de septiembre. Sus baladronas resultaron un fiasco completo. Apenas unas cuantas escuelas en la entidad fueron abiertas durante pocas horas, mientras la inmensa mayoría de los mentores se mantuvieron fieles a la suspensión de labores.
Lo mismo sucedió con el paro de 48 horas convocado por la cúpula de la iniciativa privada de Oaxaca. Promovido para avalar la intervención violenta del gobierno federal en la entidad, terminó convertido en una demostración de debilidad. Según la Canaco, uno de los organismos empresariales que organizaron la fallida protesta, de los 85 mil comercios establecidos únicamente 10 mil acataron la medida.
Donde Ulises Ruiz mantiene su fuerza intacta es en los medios de comunicación. Allí quiere crear la ilusión de que aún gobierna al estado. Su liquidez financiera parece no haber sufrido merma alguna. Apenas el pasado miércoles en la noche, un grupo de reporteros de Reforma que solicitaba una entrevista con él en su casa de la ciudad de México obtuvo en respuesta a su petición un fajo de billetes de 500pesos para que se retiraran. "Es de corazón", respondió el jefe de seguridad cuando los periodistas se negaron a aceptarlo...