La Jornada, 02 de enero de 2007
El bombazo del pasado 30 de diciembre en el aeropuerto de Barajas, en Madrid, no sólo destruyó un estacionamiento de cinco pisos, sino que hizo volar por los aires el proceso de diálogo entre el gobierno español y ETA. De inmediato, el presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, anunció su suspensión, al considerar que era absolutamente incompatible con el alto al fuego permanente decretado por la organización separatista vasca el 22 de marzo.
El Estado español regresa así a un clima de violencia e incertidumbre que desapareció durante nueve meses. Apenas seis años después de la ruptura de la tregua indefinida de 1998, un nuevo cese de hostilidades violentas se esfumó.
Lo cierto es que, antes de que ETA detonara esta bomba, el diálogo se encontraba estancado. El pasado 17 de agosto, el periódico Gara, publicó un comunicado en el que la organización separatista indicaba que, a cinco meses de haber declarado unilateralmente el alto al fuego, el proceso "estaba inmerso en una crisis evidente".
Apenas a mediados de diciembre se efectuó una reunión entre tres representantes del gobierno español y dos de ETA. La organización independentista objetó el incumplimiento gubernamental de los compromisos previos a la declaración del alto al fuego. Reprochó las trabas que la izquierda abertzale tiene para hacer política legal, la actitud de varios jueces en relación a integrantes de ETA y Batasuna y nuevas detenciones. El gobierno cuestionó el resurgimiento de la violencia callejera y el robo de 350 armas de una armería francesa. Quedó en el aire el futuro de casi 500 separatistas presos, muchos de ellos en cárceles muy lejos de donde viven sus familiares.
Los nueve meses de alto al fuego transcurrieron entre continuos pulsos. Apenas cinco meses después de iniciado parecía ya encontrarse en un callejón sin salida. El gobierno socialista, amarrado por sus sectores menores proclives a una negociación, la presión del Partido Popular y su propia indecisión, se negó a dar pasos hacia delante. El grave peligro que este impasse representaba para el proceso fue claramente advertido por distintas personalidades involucradas en la negociación de procesos de paz en Sudáfrica e Irlanda del Norte...