La Jornada, 08 de julio de 2008
¡Clic!, ¡clic!, ¡clic! suenan los obturadores de las cámaras fotográficas. Elba Esther sonríe. No cabe de gozo. Bromea con Felipe Calderón. Está en Los Pinos. Muestra al mundo que lo suyo va más allá de una alianza coyuntural, que es amiga del Presidente. Incluso, en un lapsus, está a punto de quitarle la silla al mandatario.
Es viernes 4 de julio de 2008. La Maestra viste traje negro y saco rosa mexicano. El inquilino de Los Pinos se levanta para felicitarla, le aplaude, le autografía su cartilla de salud. Hace apenas tres días que, sin el menor pudor, Elba Forever organizó un jaripeo en la sección 9 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) e impuso a una dirigente espuria. Es un escándalo. Pero no importa. Aunque los maestros de educación elemental de la ciudad de México no la quieren, tiene el apoyo de un hombre. No necesita más. Con Felipe Calderón le basta.
La mañana del pasado primero de julio, en lo oscurito, a espaldas de los profesores de base, Elba nombró líder de la sección 9 a María Teresa Pérez Ramírez. Lo hizo en una reunión en la que no se verificó la presencia de delegados democráticamente electos, ni se siguió el orden del día, ni se estableció oficialmente una sede del congreso, y en la que el resto de las carteras del comité ejecutivo espurio fueron rifadas.
Doña Perpetua no pudo ganar el congreso seccional de los mentores capitalinos por las buenas. No le bastó el apoyo de las autoridades educativas del gobierno federal en el Distrito Federal. Tampoco movilizar más de dos mil activistas sindicales de otros estados de la República, que cobran su salario sin trabajar por cuenta del erario, para hacer mayoría en las asambleas delegacionales. No le fue suficiente con repartir créditos hipotecarios, préstamos para vivienda y todo tipo de canonjías para comprar voluntades. No le sirvió que directores e inspectores escolares amenazaran a los maestros de base.
Y, como nada de eso le fue suficiente para obtener la mayoría, decidió, simple y llanamente, al margen de los estatutos y de cualquier método democrático, decretar que su candidata era la buena y, acto seguido, designarla secretaria general.
Elba nunca pierde y cuando pierde arrebata. Más aún tratándose de la sección 9, el otrora corazón del charrismo sindical. Si ella llegó a la dirección nacional del SNTE fue debido a un largo y combativo paro de labores en abril y mayo de 1989, protagonizado por maestros de educación elemental de la ciudad de México, que le dio cuerpo y vigor a la movilización de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) en estados como Chiapas, Oaxaca, Guerrero y Michoacán...