La Jornada, 13 de enero de 2009
Manejaba la camioneta que le prestó su padre. Acababa de celebrar la llegada del Año Nuevo en Ocotlán, Jalisco. Tenía 21 años de edad. Era músico metalero. Su nombre era Fernando López Alejandre. Sus amigos le decían Nako. Su familia lo esperaba en casa. Nunca llegó. Una bala de AR15SP1, calibre .223, disparada por el policía Rosendo Maldonado, alias El Flaco, segó su vida.
Era la una y quince de la madrugada del 1º de enero de 2009. Lo acompañaba su amigo David Briseño, vecino de Jamay. Se encontraban cerca de la caseta de cobro de la autopista Ocotlán-La Barca. Se cruzaron con un retén policial que en ningún momento les marcó el alto. Una patrulla, la GT-02, con las luces rojas y azules prendidas, comenzó a seguirlos y hostigarlos. Se escucharon varias detonaciones. Un proyectil entró por la espalda y le perforó el pulmón derecho. Perdió el control del vehículo y se estrelló contra un árbol.
Llorando, David agarró la cabeza de su amigo moribundo para auxiliarlo y clamó por ayuda. La respuesta policial fue ejemplar: lo amenazaron y sometieron, bajándolo del vehículo a golpes.
Del Ministerio Público de Ocotlán llamaron a Luis Fernando López Lara, padre de Fernando. Eran las 6:20 de la mañana. Le dijeron que se presentara allí con un acta de nacimiento de su hijo. No le explicaron más. Al llegar confirmaron la muerte del joven.
Los rumbos en los que Fernando fue asesinado son conocidos por los lugareños como una zona en la que la policía ejecuta revisiones de rutina, realiza detenciones injustificadas, practica cateos y visitas domiciliarias ilegales sin identificación, y extorsiona. Los agentes visten de azul, van armados y circulan a bordo de una camioneta pick-up sin logotipo oficial.
El músico asesinado estudiaba en el Centro Universitario de la Ciénega y tocaba el bajo en el grupo Arcadia Libre. Sus integrantes retomaron la utopía de Arcadia, la antigua provincia griega evocada por poetas y dramaturgos de distintas épocas que, desde la antigüedad, se ha convertido en un país imaginario habitado por pastores que viven felices, en unidad con la naturaleza y en paz. La música que interpreta el conjunto es metalcore, género de fusión del metal con el hardcore. El grupo se había dado a conocer en Guadalajara, Aguascalientes, Guanajuato, la ciudad de México, Monterrey y el sur de Estados Unidos.
Fernando López era hijo de una familia acomodada. Su padre es empresario gasolinero en la región. Era lector de H. P. Lovecraft, el gran innovador del cuento de terror. A decir de sus amigos y familiares, era un buen muchacho. Sus fans, vestidos de negro, lo consideraban un buen músico. Metalero, hacía de su arte una forma de vida o, al menos, una actitud...