Elba

La Jornada, 28 de abril de 2009

Hace 20 años, el 23 de abril de 1989, Elba Esther Gordillo fue designada dirigente nacional del sindicato magisterial con el voto de un solo hombre: Carlos Salinas de Gortari, entonces presidente de la República.

Por aquellos días medio millón de maestros habían suspendido clases, tomado las calles del país e instalado un plantón en el centro de la ciudad de México. Exigían aumento de salarios y democracia sindical. El sueldo de un profesor de primaria era de aproximadamente 1.3 salarios mínimos. Carlos Jonguitud Barrios regenteaba el sindicato desde hacía 17 años.

Un par de días más tarde, con la unción presidencial a cuestas, la maestra se presentó a negociar con los disidentes en la oficina de la Secretaría de Educación Pública ubicada en la Plaza de Santo Domingo, cercada por miles de profesores. Los trabajadores democráticos de la educación abrieron un pequeño camino para que la nueva secretaria general entrara al edificio. Mientras ella caminaba rumbo al edificio sin mirar a los lados, haciendo como que no oía, la multitud rabiosa la insultó y con el puño en alto le gritó:¡asesina!

Dos décadas más tarde, el martes 21 de abril, en las mismas oficinas en las que fue increpada, Elba Esther se reunió con el nuevo secretario de Educación Pública, Alonso Lujambio. Se llamaron amigos y colegas. Y dos días después, junto a Felipe Calderón, en una ceremonia efectuada en una escuela del estado de México, en un discurso en el que pronunció 11 veces la palabra presidente, la maestra dijo al mandatario: sin rubor, sin duda, sin complejos, le decimos que somos sus aliados.

Curiosa alianza ésta. Varios indicadores ponen en duda que sea tan fuerte y estrecha como propala a su alrededor y como muchos comentaristas repiten. Por supuesto que existe para frenar el avance de la disidencia magisterial o para flexibilizar y privatizar la educación pública, pero, en otros aspectos, tiene un nivel de profundidad mucho menor que el que la teacher presume. Ni modos, pasa tanto tiempo en San Diego, California, que hay que escribir su sobrenombre en inglés...