La magia del chuj

La Jornada, 11 de mayo de 2010

Uno tras otro, los últimos presidentes de la República se han tomado la foto con los caciques del municipio de San Juan Chamula. A la menor provocación, acompañados por los gobernadores en turno, los mandatarios se han puesto el chuj de lana, el sombrero tradicional con listones de colores, el pañuelo y el morral al hombro, mientras reciben el bastón de mando y se retratan con los mandamás del ayuntamiento.

No les ha importado que el rico cacicazgo de Chamula sea uno de los más rancios, autoritarios e intolerantes de cuantos existen en el país. No en balde han asesinado y expulsado a miles de indígenas evangélicos y opositores democráticos de sus tierras y territorios, y destruido sus templos y viviendas.

Felipe Calderón no es la excepción a esta regla. Hace dos años lo hizo y el pasado 7 de mayo lo repitió. Sólo que en esta última ocasión fue un poco más lejos que sus antecesores. Acompañado por su amigo, el gobernador perredista Juan Sabines, el michoacano dijo que en ese lugar palpita México y pidió al Dios que ilumina y protege a los chamulas que lo guiara. Mientras, se hizo acompañar por un candidato perredista que apenas hace unos días era priísta. En Chiapas –se sabe– el sol azteca se ha convertido en el partido de los paramilitares y los caciques.

El gobierno de la entidad, mientras tanto, se empeña en mantener la imagen de que en su estado impera la tranquilidad y la paz social. En la prensa local, tan beligerante en su momento contra el ex mandatario estatal Pablo Salazar por cancelar la entrega de chayotes, ahora es casi imposible encontrar una crítica al gobernador. En cambio, varios periódicos se ceban en una agresiva campaña mediática contra el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas y los observadores internacionales. Basta asomarse a la página www.realchiapas.blogspot.com para ver cómo la contrainsurgencia juega sus cartas en el terreno de la comunicación.

La administración estatal demanda a las organizaciones sociales que no se movilicen, que no hagan denuncias, que no hagan olas. Para controlar la disidencia rural, reparte dinero, amenaza y encarcela disidentes. Sabines cumplió con el ciclo histórico de sacar de la cárcel a los líderes campesinos a los que Salazar metió a la cárcel y pactar con ellos un entendimiento, pero varios de los beneficiarios le salieron respondones...