La Jornada, 13 de julio de 2010
Un infarto cardiaco segó la vida de Antonio Martínez el pasado domingo 4 de julio. Figura central del maoísmo mexicano durante dos décadas, fue un tenaz organizador de base, asesor de múltiples movimientos populares, estratega revolucionario y dirigente nacional en la sombra; más que verse, su influencia política se sentía. Maestro normalista y licenciado en economía, profesor de historia y ciencias sociales del plantel Oriente del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) de la UNAM, murió siendo el comunista que fue durante toda su vida adulta.
Antonio nació el 27 de mayo de 1944 en Huajuapan de León, Oaxaca. Hijo de campesinos, durante parte de su niñez habló mixteco. A los seis años llegó a la ciudad de México con su madre y sus hermanos. Estudió normalismo en la Escuela Nacional de Maestros. Comenzó a trabajar como profesor de primaria en 1964. Estudió en la preparatoria número 1 y, posteriormente, economía en la Escuela Nacional de Economía de la UNAM (posteriormente facultad). Allí lo agarró el movimiento estudiantil de 1968. Vivió en la colonia Moctezuma.
Antonio fue integrante de la Liga Comunista Espartaco (LCE), la organización maoísta más importante de finales de la década de 1960, en la que participaron figuras como Armando Bartra, Martín Reyes y Paco Ignacio Taibo II. En ella tomó como nombre de batalla el de Tomás. Participó activamente en su seccional magisterial, que luchaba por la democratización del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación. En septiembre de 1968 fue cesado con otros maestros, entre los que se encontraban Jesús Martín del Campo y Pedro Estrada.
El camarada Tomás se convirtió en esos años en un activista de tiempo completo. Junto a Jesús Martín del Campo visitó Chihuahua para solidarizarse con los trabajadores de la educación de la sección 8, y las normales rurales del país. El normalismo rural se encontraba en aquellos años bajo acoso, pues el gobierno de Díaz Ordaz ordenó cerrar 14 de las 29 escuelas existentes, por considerarlas un nido de subversivos. Perseguido político, pasó un tiempo en Monterrey, donde estableció una estrecha relación política con Edelmiro Maldonado, un viejo militante comunista que había roto con el Partido Comunista Mexicano, atraído por las posiciones de los comunistas chinos...