La Jornada, 04 de enero de 2011
Desde hace más de seis años la prensa nacional reporta regularmente conflictos dentro del sindicato minero y luchas de sus trabajadores. De la tragedia de Pasta de Conchos a las huelgas de Cananea y Lázaro Cárdenas, los obreros del sector y sus familias han protagonizado una resistencia ejemplar contra la voracidad patronal y la injerencia gubernamental en la vida de su sindicato.
Esa lucha tiene dentro del gremio antecedentes muy importantes y sobresale un dirigente excepcional, injustamente condenado al olvido por la mayor parte de la izquierda mexicana: Camilo Chávez Melgoza. Jornalero agrícola, bracero, obrero metalúrgico, organizador de fábrica, líder sindical y dirigente comunista, su biografía parece sacada de una novela de realismo socialista.
Camilo Chávez nació en Coeneo, Michoacán, el 13 de agosto de 1913. Fue el menor de una familia de seis vástagos. Hijo de Agustín Chávez, indígena y escribano, y de Rebeca Melgoza, quedó huérfano de padre a los 73 días de nacido. Su vida siempre fue de trabajo. Comenzó a laborar a los seis años, cuidando vacas en el monte, recogiendo leña y carbón para vender y acarreando agua. Fue alzador en las escardas, atajador de recuas y ayudante de carrero.
Tuvo su primera experiencia de lucha siendo un muchacho en el aserradero de Las Canoas. Junto a 100 trabajadores se sublevó para pedir el pago completo de salarios atrasados. Esta vivencia lo marcó para el resto de sus días.
En 1926 emigró a California, Estados Unidos. Allí fue a la escuela, donde aprendió rápidamente a hablar y leer inglés. A pesar de que en México sólo había cursado hasta segundo de primaria, obtuvo las mejores calificaciones. Durante las vacaciones, cuando cumplió 15 años, trabajó en la cosecha de fruta o aseando corrales y gallineros.
Tuvo su primer empleo industrial en la Columbia Steel Company. Aprendió a conducirse como obrero de línea en trabajos agotadores y peligrosos. Estuvo afiliado a la Unión Mundial de Trabajadores de la Industria Siderúrgica, el célebre sindicato anarquista. Allí le nació la conciencia de clase.
En agosto de 1929, junto a su madre, se trasladó a vivir a Nueva York. En el trayecto vivió en carne propia el racismo y la discriminación. En Kansas un tendero que se negó a venderle comida le espetó: cerdo ignorante, ¿no sabes leer inglés?, mientras le señalaba un letrero con la leyenda: No se vende a gente de color.
En la ciudad de los rascacielos consiguió trabajo en Long Island Carpet Cleen Company. Sin embargo, dos meses después Wall Steet quebró y el país se hundió en la gran depresión...