Escobazos al panal

La Jornada, 24 de enero de 2012

El golpe que recibieron Elba Esther Gordillo y Enrique Peña Nieto fue muy duro. Por más que traten de presentar la ruptura de la alianza electoral entre el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido Nueva Alianza (Panal) como una separación civilizada y mutuamente conveniente para las partes, en los hechos fue un golpe muy difícil de asimilar.

Durante meses Enrique Peña Nieto defendió contra viento y marea el compromiso electoral que pactó con la profesora Gordillo. Elba Esther se apresuró a soltar sus amarras con el gobierno de Calderón. Decir ahora que es un traspié sin importancia es querer tapar el sol con un dedo.

El mexiquense explicó las razones del convenio con Elba Esther en el programa de televisión Es la hora de opinar, conducido por Leo Zuckerman. “Ambos partidos –dijo allí refiriéndose también al Partido Verde– han acreditado en las elecciones que tienen un electorado que vota por ellos [...].Casi 10 por ciento. No es un tema menor. El PRI, no obstante estar adelante en todas las encuestas electorales, no asume una actitud ni triunfalista ni arrogante. Por el contrario, se prepara para la competencia. Tenemos que reforzar nuestra posición para ser más competitivos.” ¿Acaso ahora ya no necesita fortalecerla?

Para Elba Esther Gordillo la alianza con Peña Nieto era fundamental. Por un lado le puso en charola de plata una representación parlamentaria que su partido, por sí mismo, nunca obtendrá: 24candidaturas a diputados y cuatro para senadores. Por el otro, hacía realidad un anhelo recurrente de la cacica sindical: poner en la lista de senadores para Chiapas a su hija Mónica Arriola, y en la de Sinaloa a su yerno Fernando González, para perfilarlos como futuros candidatos a gobernadores de esos estados. Pero el sueño se derrumbó.

Digan lo que digan sus promotores, la alianza naufragó. La estrategia electoral de Peña Nieto sufrió un sonoro fracaso, en un momento en que parece deambular sin una idea clara de hacia dónde dirigirse. Simultáneamente, la maniobra electoral de la maestra descarriló, y ahora debe desandar el camino y buscar negociar su devaluado amor al mejor postor, en condiciones muy difíciles.

Luis Castro, el ex agente del Cisen y empleado de Elba Esther que funge como encargado de relaciones públicas del Panal, pero se presenta como su dirigente, declaró que con la alianza su partido iba a perder autonomía por un plato de candidaturas. Se quejó de que el pacto lo echó abajo el sector conservador del PRI. Aseguró que el tricolor quería modificar el convenio de coalición para incorporar en la lista a Campeche, Sonora, Chihuahua, Aguascalientes, Baja California y el Distrito Federal...