La Jornada, 10 de abril de 2012
Gabriel Quadri, el candidato presidencial de Nueva Alianza, ha sido, a lo largo de los años, el ecologista preferido de los grandes empresarios que degradan el medio ambiente. Como presidente del Instituto Nacional de Ecología, en el periodo 1994-1997, aprobó confinamientos para residuos peligrosos, campos de golf en Tepoztlán y todo tipo de megaproyectos nocivos para la ecología.
Director general del Centro de Estudios del Sector Privado para el Desarrollo Sustentable, del Consejo Coordinador Empresarial, entre 1998 y 2003, y miembro de World Business Council for Sustainable Development, sus propuestas de gobierno tienen, sin ambigüedad alguna, la marca de estos intereses. El candidato comenzó su campaña abogando por privatizar Pemex y el sector eléctrico y, ya encarrerado, propuso subrogar a la iniciativa privada el sistema penitenciario.
Quadri propone también llevar casi al pie de la letra la estrofa del Himno Nacional que dice un soldado en cada hijo te dio. “Necesitamos –declaró– una policía federal 10 veces más grande; hoy tenemos unos 37 mil efectivos y yo creo que necesitamos cuando menos 400 mil efectivos en el país”. Un policía de élite por cada 250 habitantes.
Su vocación de defensor de los grandes intereses empresariales, enemigo del sector social y promotor de la privatización de los bienes comunes tiene muchos años. En su momento, se le acusó de intentar debilitar la lucha contra el reactor nuclear de Laguna Verde y los Chimalapas. Sin ningún pudor declaró en la mesa redonda organizada por Carmen Aristegui en MVS, el 20 de febrero de 2012, que estaba en favor de un sindicalismo que sea aliado de la empresa. Su plataforma promueve la desregulación y la precariedad laboral salvajes.
En El Economista del 16 de noviembre de 2007 recordó su odio histórico a la propiedad social. “El ejido en México –y la propiedad comunal– han fracasado rotundamente”, escribió, además de ser “trampas a la democracia, fuentes de perversión constitucional, y úteros reproductores del caos que caracteriza a los asentamientos humanos del país... Ejidos y comunidades son de facto un insano cuarto orden de gobierno”. Años después añadió: Han sido pilar de control corporativo en el campo, grillete de pobreza, ahogo de ciudadanía, cadena a la movilidad social, opresión del individuo por identidades colectivas, y molde de destrucción de recursos naturales.
Según publicó años después, el combate a la pobreza rural en México es causa de deforestación; en particular, los subsidios o transferencias del programa Oportunidades de la Sedeso. Si en la segunda mitad del siglo XX los responsables fundamentales (de la deforestación) fueron el reparto agrario, la dispersión de la población, la apertura de tierras a un onírico desarrollo agrícola y ganadero, una difusa propiedad colectiva y la indefinición de derechos de propiedad, en el siglo XXI son los subsidios quienes han tomado el siniestro relevo...