El fin de la democracia de telenovela

La Jornada, 12 de junio de 2012

La tarde del pasado 23 de mayo, casi 20 mil personas, en su mayoría estudiantes universitarios de la ciudad de México, organizaron una marcha contra Televisa para exigir la democratización de los medios de comunicación. Llevaban carteles en los que decían: No queremos una democracia de telenovela y Estudiantes informados, jamás manipulados. No nos impondrán a Enrique Peña Nieto.

Tres semanas después, el 10 de junio, la energía de esa primera gran movilización creció. En la capital del país, unas 100 mil personas se desplegaron festivas desde el Zócalo hasta el Ángel de la Independencia. “Peña, la tele es tuya; la calle es nuestra”, dijeron en esta ocasión. Simultáneamente, miles de jóvenes repudiaron al candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en más de 20 ciudades.

La primavera mexicana comenzó hace apenas un mes, el 11 de mayo, durante un acto de campaña del candidato Enrique Peña Nieto en la Universidad Iberoamericana. Los estudiantes le gritaron ¡Cobarde!, “¡La Ibero no te quiere!”, ¡Asesino!, recordándole la brutal represión que ejerció contra los campesinos de San Salvador Atenco en 2006, cuando era gobernador del estado de México.

La movilización se ha desplegado no obstante que muchos estudiantes se encuentran en vacaciones o en exámenes. Un hecho inusual y relevante que da cuenta del calado de las raíces y las razones que la animan.

Como acostumbran a hacer cuando la voz de la calle cuestiona sus intereses, la televisión y el tricolor maquillaron los hechos, presentando el descontento juvenil como obra de simpatizantes de Andrés Manuel López Obrador. Sólo que en esta ocasión la maniobra naufragó estrepitosamente. Los jóvenes respondieron colgando un video en la red en el que 131 de ellos dan la cara y se presentan como los que son: estudiantes. De allí nació el movimiento #YoSoy132, en favor de la democracia informativa.

¿Quién está detrás de los jóvenes? Como lo hacen en cada ocasión en que surge en el país una explosión de descontento social, varios analistas cercanos a la televisora y al PRI desempolvaron la teoría del complot y el rancio lenguaje de la guerra fría. Según ellos la protesta es producto de una oscura manipulación de personajes cercanos a López Obrador y estupideces por el estilo.

Ninguna fuerza política en el país tiene la capacidad (ni la imaginación) para desplegar un movimiento como el #YoSoy132, ninguna. Detrás de los estudiantes están los mismos estudiantes, su vocación autónoma, y su hastío ente el peligro de que el país quede preso en el síndrome de Berlusconi: la fusión del poder mediático con el poder político. Detrás de la inconformidad se encuentra el temor juvenil ante la pretensión del Canal de las estrellas de comportarse como un moderno Big Brother...