La Jornada, 29 de enero de 2013
Sea por arrogancia, mala memoria, descuido, desaseo o imprudencia, comenzar la Cruzada Nacional contra el Hambre con una movilización masiva en Las Margaritas, Chiapas, el pasado 21 de enero, fue una mala decisión de Enrique Peña Nieto. No tenía ninguna necesidad de hacerlo. Podía haber dado el banderazo de salida de su programa en cualquier municipio pobre del país, pero decidió hacerlo en territorio zapatista, un mes después de la movilización de 45 mil rebeldes.
La respuesta del subcomandante Marcos llegó horas después del acto oficial. El mensaje central del comunicado fue un cartón en el que aparece una mano haciendo una seña obscena popularmente conocida como la gaver, en la que el dedo cordial está erguido mientras los cuatro apéndices restantes se encuentran doblados.
El comunicado está dirigido a Alí Baba y sus 40 ladrones. En una posdata caracteriza el acto como: “Pésima coreografía y mala coordinación. Ese aplauso de los acarreados estuvo completamente fuera de tiempo, hasta el ‘preciso’ se dio cuenta (lo que ya es decir bastante). Recuerden que el fondo es la forma (¿o será al revés?). Mmh… y siguen los tartamudeos, además, de las equivocaciones en el uso del plural, el singular, el masculino y el femenino”.
Para rematar, en la posdata final alburea y descalifica a los dirigentes perredistas Jesús Ortega y Jesús Zambrano. Las limosnas, dice, “las tienen que ofrecer en otro lado... O pueden dárselas en el ‘Pacto por México’”.
La referencia a los dirigentes de Nueva Izquierda no es gratuita. Ellos desempeñaron un papel central en hacer abortar en 2001 la aprobación de la reforma constitucional sobre derechos y cultura indígena, elaborada por la Comisión de Concordia y Pacificación (ley Cocopa), y en su lugar legislar un engendro de reforma. En cambio, en lo que parece ser una jugada política para negociar con el gobierno, ahora hablan de que los acuerdos de San Andrés deben aprobarse. Es sabido, además, que ellos son dentro del PRD los principales promotores del Pacto por México, impulsado sin que exista el acuerdo para hacerlo dentro del partido.
El municipio de Las Margaritas parece ocupar un lugar relevante en el museo de las pesadillas priístas. Lo que allí ha sucedido desde hace 20 años es un fantasma que asusta sus sueños de ser invencibles. Es un recordatorio de que la parafernalia del poder no puede exorcizar a los demonios de la inconformidad popular...