El pueblo de Chávez

La Jornada, 12 de marzo de 2013

La continuidad del proyecto chavista sin Hugo Chávez está garantizada. La revolución bolivariana sobrevivirá a su líder. El socialismo del siglo XXI no es obra de un solo hombre, sino de un pueblo que lo ha hecho parte de su imaginario y su horizonte. La unidad de su conducción política y militar está asegurada.

Nicolás Maduro, el presidente encargado de Venezuela y candidato a la primera magistratura en los comicios extraordinarios del 14 de abril, no es Hugo Chávez, pero hoy el conjunto del chavismo, su pueblo y sus dirigentes, están aglutinados en torno suyo. No hay, no ha habido en los últimos meses una sola expresión disidente documentada de su liderazgo.

Maduro, el conductor de metro en Caracas, el sindicalista, el músico de rock, el ex militante de la Liga Socialista, no es un improvisado. Durante más de seis años fue canciller de Venezuela, brazo ejecutor de una diplomacia activa y exitosa, promotora de procesos de integración sustentados en los principios de solidaridad, cooperación y complementación que cambiaron de fondo las relaciones entre los países del continente, y entre ellos y el mundo árabe. El que los funerales de Chávez, en que participaron 32 jefes de Estado y de gobierno, se convirtieran en una verdadera cumbre mundial dice mucho de sus habilidades diplomáticas.

La persistencia del proyecto de socialismo del siglo XXI está garantizada porque el pueblo de Chávez lo ha hecho suyo. Forma parte de su nueva identidad nacional y popular. No existe descomposición alguna de la coalición chavista. Por el contrario, hay un reforzamiento de ella.

La gente común y humilde que se adhirió y se identificó con la revolución bolivariana no se hizo chavista sólo porque el presidente redistribuyó la renta petrolera y aplicó programas sociales, sino, como explicó doña Joaquina Díaz a los periodistas Rosa Miriam Elizalde y Luis Báez, porque el comandante dio mucho amor y no hizo menos a los pobres, facilitó que su dignidad aflorara, y ayudó a que tuvieran un poder del que carecían. Ese pueblo es hoy dueño de su destino y no está dispuesto a dejar de serlo.

El encuentro entre Hugo Chávez y su pueblo viene de años atrás. Cuando en 1992 se levantó en armas contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez y fue detenido, las madres comenzaron a vestir a sus hijos pequeños con el uniforme y la boina con las que el teniente coronel se presentó en televisión para anunciar que por el momento el movimiento había sido derrotado. Les decían los chavecitos. En una parte de la población nació la idea de que ahora sí hay alguien que nos va a defender...