La jornada, 09 de abril de 2013
Enrique Peña Nieto le declaró la guerra al magisterio democrático. El 3 de abril, en Boca de Río, Veracruz, en el foro México con educación de calidad para todos, advirtió que nadie frenará la reforma educativa y que no admitirá presiones ni retrocesos en su aplicación. No hay duda sobre el destinatario de sus palabras: los maestros disidentes demandan su abrogación.
El mandatario está decidido a convertir su contrarreforma en el buque insignia de su sexenio. En ese mismo acto, anunció que la norma marcará el rumbo de México en las próximas décadas.
Lejos de ser una reunión de análisis y reflexión, el foro de Boca del Río fue un acto político para tratar de contener la irrefrenable movilización magisterial contra la reforma; una reunión para cobijar al mandatario ante el aluvión que azota al sector educativo en el país.
En las últimas dos semanas, a pesar de estar en vacaciones de Semana Santa, los profesores se movilizaron masivamente en varios estados contra la nueva norma, animados por la locomotora guerrerense. Las protestas se desplegaron en la arena pública nacional con un vigor inesperado para el gobierno federal. El 22 de marzo, los docentes guerrerenses ocuparon la Autopista del Sol por nueve horas y forzaron una negociación. La Ceteg y el gobernador Ángel Aguirre, con el aval del subsecretario de Gobernación, Luis Enrique Miranda Nava, firmaron una iniciativa de reformas a la ley estatal de educación, que destrababan parcialmente el problema. Sin embargo, pasada la Semana Santa, los diputados locales –en su mayoría miembros del partido del gobernador– desecharon sin discusión, por instrucciones del mandatario, los acuerdos pactados.
Con el SNTE descabezado, el gobernador de Oaxaca, Gabino Cué, buscando una salida política, y los medios electrónicos y las cámaras empresariales exigiendo a gritos mano dura contra los maestros, el problema subió de tono. La advertencia presidencial de Boca del Río del 3 de abril quiso poner un dique a la expansión del descontento y mandar un mensaje de orden. Pero no sirvió, y el gobierno optó por elevar el nivel de confrontación. Ante la traición gubernamental y del Congreso local, el 5 de abril los profesores bloquearon nuevamente la carretera. La Policía Federal los desalojó por la fuerza. Los docentes se replegaron y, al día siguiente, efectuaron una numerosa marcha en Chilpancingo y lanzaron huevos y piedras al local del Partido de la Revolución Democrática por negarse a apoyar en el Congreso local sus demandas. Mañana miércoles efectuarán una gran manifestación en Chilpancingo. Decididos a transformar la lucha magisterial en un movimiento más amplio, formaron, junto a las policías comunitarias, el Movimiento Popular Guerrerense...