Magisterio: los dilemas de Espartaco

La Jornada, 16 de julio de 2013

Comandante Espartaco, ¿me puedo tomar una foto con usted que reprimió a mis compañeros maestros de Guerrero? –le preguntó un profesor chiapaneco democrático al policía José Luis Solís López, en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, el pasado 5 de julio.

Espartaco, recientemente condecorado por el presidente Enrique Peña Nieto en el Día del Policía Federal, se rió y accedió a que lo retrataran junto al maestro disidente. Al hacerlo, probablemente tenía presente lo que le dijo al diario Excélsior el pasado 13 de mayo: Su servidor fue educado y tuvo cultura por parte de un maestro. Llega un momento en que piensa uno, bueno, a mí me educó, me dio enseñanza un maestro con cultura, civismo, y sobre todo mexicano.

José Luis Solís López, comandante de la Unidad de Restablecimiento del Orden Público de la Policía Federal, fue a Chiapas para resguardar la tranquilidad el congreso de la sección 7 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), como parte del Convenio de Civilidad firmado por intermediación de la Secretaría de Gobernación entre el magisterio democrático de ese estado y los grupos afines a Juan Díaz de la Torre. Irónicamente, apenas en abril de este año, en Chilpancingo, Guerrero, él fue el responsable del desalojo de los profesores disidentes que bloquearon la Autopista del Sol.

Espartaco simboliza la ambigua naturaleza de las respuestas que el gobierno federal ha dado al movimiento magisterial en contra de la reforma educativa. Una ambigüedad que comienza por el apelativo de su mando policiaco. Que el comandante José Luis Solís López se bautice a sí mismo con el nombre del esclavo tracio que entre los años 73 y 71 antes de Cristo dirigió la rebelión antiesclavista más importante contra la república romana merecería una demanda por robo de derechos de autor o por usurpación de identidad. Espartaco ha sido siempre un símbolo de la izquierda, de las luchas libertarias, no del poder.

¿Qué pretende hacer la administración de Peña Nieto ante la insurgencia de los trabajadores de la educación? ¿Qué va a hacer a partir de ahora? Además de quitarle presión al conflicto, de tratar de encarrilarlo por vías institucionales y mantener la gobernabilidad, no está claro.

Lo cierto es que quienes diseñaron la reforma nunca previeron la magnitud y radicalidad que adquirió la protesta. Fue evidente que mintieron quienes desde el Pacto por México aseguraron tener bajo control el movimiento. Y cuando la conflictividad se desbordó la campaña de medios, el uso de la fuerza pública y las órdenes de aprehensión fueron ineficaces para contener el malestar. Más tarde, el gobierno federal apostó a que Juan Díaz y la estructura del SNTE servirían de dique. Chiapas mostró que el envite resultó equivocado...