La Jornada, 06 de mayo de 2014
En la novela El corazón de las tinieblas Joseph Conrad, el célebre novelista polaco que escribió en inglés, narra la dramática travesía de un marinero llamado Marlow, que recorre el río Congo a finales del siglo XIX en búsqueda del jefe europeo de una explotación de marfil. El libro dibuja un crudo retrato del colonialismo belga en África y su saga de explotación brutal, esclavismo y racismo hacia la población nativa.
En lo que parece una ominosa redición del proyecto colonial, pero ahora en México en lugar de en el Congo, El corazón de las tinieblas es, también, el nombre con el que la empresa Hochschild Mining bautizó el proyecto minero que pretende explotar en la Montaña de Guerrero. Se trata de la concesión más grande otorgada por la Secretaría de Economía en aquellas tierras: casi 49 mil 739 hectáreas.
En esta rescritura de El corazón de las tinieblas en clave mexicana se encuentra uno de los indicadores centrales para comprender los graves conflictos por los que desde hace un par de años atraviesa la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias-Policía Comunitaria (CRAC-PC), uno de los más innovadores proyectos de seguridad pública alternativa existentes en el país.
Hochschild Mining es una empresa británica dedicada a la exploración y exploración de oro y plata en América Latina. Fundada en Chile en 1911, se expandió años después a Bolivia y a Perú. En 1984, sus operaciones en Sudamérica fueron vendidas a la Anglo American Corporation of South Africa. En México, efectúa actividades de exploración desde 2007, en la mina a cielo abierto de Santa María de Moris, Chihuahua. Y ahora se dispone a tratar de sentar sus reales en la Montaña de Guerrero.
A diferencia del viaje en un pequeño bote que relata la novela de Conrad, la aventura guerrerense de Hochschild Mining comenzó con vuelos de helicóptero y avionetas. En noviembre de 2010 las aeronaves sobrevolaron la zona. Al poco tiempo tres personas, que se identificaron como representantes de esa empresa, se presentaron en las oficinas de la Casa de Justicia de la CRAC en San Luis Acatlán. Querían garantías para realizar los vuelos sobre el territorio. Las autoridades les solicitaron la papelería que avalaba sus actividades. Ellos mostraron un documento fotocopiado que estipula que desde el 21 de octubre de 2010 la compañía cuenta con los permisos para realizar estas indagaciones.
De inmediato se levantó en la región una ola de inquietud. En un principio se supo que las concesiones eran tres: Corazón de Tinieblas; La Diana y San Javier (perteneciente a la canadiense CamSim) y La Faraona Goliat (perteneciente a la mexicana Grupo Goliat). Sin dilación, las autoridades de la CRAC efectuaron asambleas informativas sobre la nueva amenaza. Se inició entonces un arduo y complejo proceso de resistencia comunitaria...