10 y 20: amos de sus palabras

La jornada, 16 de diciembre de 2003.

Si el agravio es el perjuicio sobre el cual la víctima no puede rendir testimonio porque no es escuchada, entonces la rebelión zapatista es, de entrada, un acto de justicia, la reparación inicial de un agravio en el cual el afectado habla y obliga a que se le oiga. Lo es porque su testimonio incursionó en la vida, el imaginario, las vivencias y concepciones de la política, y al hacerlo derrumbó las barreras que segregaban a los pueblos indígenas y muchos más del derecho a comunicar a los otros las ofensas sufridas.

La rebelión abrió las puertas del diálogo. Lo hizo sin tener que renunciar a su idioma. Sí, como afirman Deleuze y Guattari, "es el déspota quien hace la escritura, es la formación imperial la que hace del grafismo una escritura propiamente hablando", la rebelión dijo no a ese vocabulario y se fabricó su propio lenguaje. En una época de confusión y perplejidad tomó la palabra sin permiso y dijo algo distinto de lo ya dicho. Conquistó simultáneamente el derecho a hablar y la legitimidad de su discurso.

Frente a la pretensión de hacer aparecer el relato neoliberal como inalterable, contó cosas nuevas de manera novedosa. Se dio a sí misma el derecho de nombrar con coraje lo intolerable y al hacerlo hizo renacer la esperanza y produjo sentido donde había ruido. Se convirtió en amo de las palabras que dice, hizo que el lenguaje respondiera a sus necesidades. Facilitó la conversión del acto de nombrar en proceso colectivo y común. Amplió los horizontes de acción que satisfacen requerimientos de globalidad, rectitud y radicalidad, abrió expectativas emancipatorias clausuradas, reformuló preguntas sobre las vías de transformación del mundo, anticipó acontecimientos y replanteó certezas políticas.

Factor de reanimación en momentos en los que el dinamismo social era precario, la rebelión anima una gran causa y es parte del movimiento real de la sociedad y no del mundo de las ideas en lucha consigo mismas. Desde hace diez años alimenta nuestras pasiones, nuestro lenguaje y comunicación.

Su alfabeto estimula la creación de una comunidad; su gramática una identidad compartida. El zapatismo es hoy, por derecho propio, una de las lenguas en las que se habla la resistencia. ¿Porqué si no estamos hoy aquí reunidos?

Desde su surgimiento, la rebelión se explicó a sí misma. Más que depender de un cuerpo doctrinal atado a la repetición y a la conservación de los significados existentes, formuló un modo muy suyo de pensamiento, estrechamente vinculado a su práctica política, así como un lenguaje alimentado por la realidad de su base social. Configuró un horizonte ideológico, ético, lingüístico y cultural propio. (Es por ello que estas notas son una mirada sobre el puente zapatista desde una ventana diferente a las que el zapatismo ha construido.)...