Cenami y la nueva utopía india

La Jornada, 16 de noviembre de 2010

Los habitantes de las comunidades de la cuenca del río Lajas, al norte de Guanajuato, padecen graves enfermedades. El agua que beben está envenenada. Es la única que tienen.

La quiebra de la salud comunitaria de estos pobladores tiene una explicación. Javier Usabiaga, secretario de Agricultura durante el gobierno de Vicente Fox, conocido como el Rey del Ajo por sus ventas masivas de esta hortaliza al otro lado de la frontera del río Bravo, renta tierras y aguas en la región. Las trabaja intensivamente, abatiendo los acuíferos y salinizando los campos de cultivo. En ellas siembra brócoli y ajo y los exporta a Estados Unidos, aprovechando el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. La explotación intensiva de los mantos acuíferos ha propiciado que el agua que beben los pobladores esté contaminada con arsénico, cianuro y otros minerales. Ése es el origen de sus males. Por eso padecen necrosis en las extremidades y enferman.

Los campesinos y sus familias de la cuenca del río Lajas se han organizado para denunciar y remontar su infortunio. Son muy pobres. Víctimas de la acción combinada de lo peor de la agricultura industrializada, el libre comercio y la corrupción gubernamental, resumen en su tragedia la forma en que la crisis de la salud nace del acoplamiento de la crisis ambiental con la deuda social. En su lucha han contado con el apoyo y acompañamiento del Centro Nacional de Apoyo a las Misiones Indígenas (Cenami).

El Cenami es un centro nacido de la Iglesia católica para prestar sus servicios a las comunidades indígenas y a sus agentes de la pastoral. La Conferencia Episcopal Mexicana (CEM) aprobó su establecimiento canónico en octubre de 1961, primero dependiente de la delegación apostólica, y más tarde ligado a la Comisión Episcopal para Indígenas (CEPI). Se constituyó como asociación civil en mayo de 1962.

Entre 1964 y 1966, bajo el impulso del obispo de Tula, Jesús Sahagún, se orientó en una línea predominantemente paternalista y asistencialista, centrada en la catequesis, dejando de lado los contenidos y valores de la cultura indígena.

La situación cambia con la llegada de Samuel Ruiz a la CEPI (organismo que presidió de 1969 a 1974). El viejo esquema asistencial se transformó en una pastoral liberada, de resolución global del problema indígena. Cenami recibe entonces impulso decisivo. Esta labor es continuada por Arturo Lona Reyes, obispo de Tehuantepec. En 1976 asienta como su objetivo “oír, asumir y potenciar a los indígenas en su proceso de liberación como pueblo y como iglesia…”