Jesús Villaseca y los sismos de 1985

La Jornada, 15 de septiembre de 2015

Hay fechas que marcan una generación y un país. Los sismos de 1985 son una de ellas. Para los habitantes de la ciudad de México hay un antes y un después de ese terremoto.

Ese 19 de septiembre y durante un mes más, Jesús Villaseca, joven fotoperiodista, retrató como muy pocos lo hicieron, la catástrofe de una ciudad conmocionada, el dolor y la tragedia de las víctimas, la generosidad y solidaridad ciudadana, el pasmo y la incapacidad de las autoridades gubernamentales.

En 1985 Jesús Villaseca trabajaba en el Novedades de fotógrafo de sociales. Estaba unido a ese diario por lazos profundos. Desde los seis años de edad acompañó a su padre a su trabajo en ese periódico. Ya entrada la noche, a un costado de las rotativas, su jefe le tendía una improvisada cama de cartón con las tapas de los rollos de papel, y él se acostaba en ella y miraba cómo trabajaban las máquinas, hasta que el arrullo de las planas de papel imprimiéndose lo dormían.

En 1982, con la secundaria terminada y sin expectativas de hacer la preparatoria, Villaseca estudió fotografía. Entró a chambear a Novedades en 1983, primero de laboratorista y luego, un año más tarde, de fotoperiodista.

Su amor por la fotografía venía de lejos. Era un chamaco cuando su papá lo llevó por primera vez a conocer el cuarto oscuro donde los fotorreporteros revelaban sus rollos. Él quedó deslumbrado con los focos rojos, y el misterio de ver cómo en un pedazo de papel blanco aparecían las imágenes de personas.

Su fascinación por el oficio se alimentó del encuentro con los fotógrafos del diario, que vestidos con sus chalecos y la cámara al hombro, contaban las más increíbles aventuras de su profesión. En el imaginario de Jesús, ellos eran en una especie de superhéroes de carne y hueso. Hasta que, con el paso del tiempo, nada más salir de un periodo confuso y turbulento en su vida, él quiso ser uno de ellos.

A las seis de la mañana de cada día hábil, a bordo de un viejo Volkswagen, Villaseca llevaba a su esposa a su empleo, en la guardería de la Torre de Pemex, y de allí se dirigía al periódico, donde entregaba y revelaba las fotos tomadas el día anterior. El 19 de septiembre de 1985 no fue la excepción. El tenía entonces 21 años.

Ese día, estaba ya muy cerca de las oficinas de Novedades cuando a las 7:19 su rutina cambió. Circulaba sobre avenida Juárez y su vocho comenzó a sacudirse fuertemente. Villaseca se agarró al volante para no perder el control del vehículo y siguió adelante hasta doblar en la calle de Balderas. Más adelante frenó y se estacionó...